miércoles, 23 de diciembre de 2020

martes, 1 de diciembre de 2020

Puntos de vista

Por las altiplanicies de tu cuerpo,  

yo vigía, tú la herencia del paisaje,

el espejo de mis ojos,

joya intocable del universo.

Visera mi mano, defectos,

contemplo montañas y llanas,

todas perfectas como en cada esquina

un tesoro, olor y deseo.

Caigo en cascada, me reflejo

en los lagos de mi hogar,

esos que adornan tu rostro,

los que me escriben con negro.

Vaivén la flor jugosa del recreo,

como a la miel va la abeja,

la bestia va a la caza,

yo voy a tu cielo.

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).

España.

miércoles, 25 de noviembre de 2020

Profundidades

Cuando el amor permanece en calma, 

la tormenta precede,

el aire apaga el silencio,

las lágrimas encienden mi lámpara.

Corta mil preguntas mi alma:

¿por qué?, ¿cómo fue?, ¿qué ocurrió?;

mis sentidos crecen una angustia

como teje su red una araña.

Decapitado, fuerza llana,

si las noches son mi día,

para qué dormir mi problema;

mejor darle una vida desgraciada.

Y cuando llegue ese día de parcas

estaré en mi sótano,

vampiro de los poemas,

seductor de la nada.

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).

España.

jueves, 5 de noviembre de 2020

El frente

Frente a los ríos, el amor, 

verde en la espesura,

azul agua miel,

rojo en cada poro,

el beso de la pasión.

Frente a los ríos, el amor,

el viento, azucena de avellana,

blanca nieve en manos tersas,

piel de seda, guitarra y canción.

Frente a los ríos, mar y fruición,

ráfagas de caricias, conjuros y gemidos,

locos expertos, novatos del mundo

donde el mismo frenesí

se vuelve nuestra propia creación.

©2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).

España.

viernes, 30 de octubre de 2020

Tu mirada

El amor en estado infinito, perfecto,  

íntimo, tan eterno como un dios,

exacto centímetro, un halo de luz,

es el mismo universo.

Veo en ella el furor, tu cuerpo,

apacigua las otras miradas,

las que engañan, mienten;

la tuya obedece al viento.

Tu mirada refleja la paz en los muertos,

la calma en la guerra, la fe en la esperanza;

tu mirada es eso que nadie sabe,

tu mirada es eso que yo quiero.

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).

España.

sábado, 24 de octubre de 2020

Estepa

Imagino tus besos de la estepa,

esos que me das con el viento, 

los de mil deseos de la luna, 

la madre de cada estrella. 

Ven a mi encuentro, la queda, 

la queda de esta dulce oscuridad, 

el amor se hace miscelánea,

se vuelve la paz entre la guerra. 

Noche, montaña, pista risueña, 

deja que la vida nos una, 

tumba tu lágrima en mi pecho, 

que suene ese río que agua lleva. 

Marca en el cielo a Minerva, 

que tus ojos iluminen la misma galaxia

donde imagino siempre, siempre

tus besos en el viento de la estepa.


© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).

España. 

domingo, 18 de octubre de 2020

Desesperanza

El fervor de esa otra viña, 

jugo nuevo de sed, poder, 

el deseo perpetuo de desear

eso que llaman vida.

Allí iré, mira

y denuncia al albor

por ser cómplice de mi exilio, 

esta cárcel con forma de isla.

Nunca más, querida;

nunca más te daré años,

no te llevarás mis ojos

ni ya tantas y tantas pesadillas.

Adiós, alguna vez, grita

mi ansia por ver ese paraíso

guardado como un tesoro, 

que este pirata tendrá algún día. 


© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).

España.

lunes, 12 de octubre de 2020

Galeón

Conocí el mundo y el universo, 

me uní a ellos como a tu alma,

subí por las columnas del desánimo, 

me conté como un segundo más en el tiempo.

Hice de mí una historia, un cuento, 

un libro de valor arcaico

con letras de esclavo,

una biblioteca de pergaminos viejos. 

Caminé con los herreros,

hombres de silente piel, 

que hicieron de una espada

la mayor sabiduría del fuego.

Y de sus cenizas, el viento

me llevó a ese galeón

que surcó las guerras

donde hubo lágrimas, y un beso.


© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).

España.

domingo, 4 de octubre de 2020

El anciano

Despeinado el campo, 

en la comisura de las montañas

los buitres acechan el silencio

como aquellas canas del viejo mando. 

En su tribuna, calmo, 

registra con sus dedos

el tacto de la madera, 

como su rostro, arrugado.

Viento de esquizofrenia, oteado

por la efigie de un árbol y su alabanza, 

al universo le responde

con palabras de un titán enano:

“A ese le tomas por tu humano, 

a este le haces estrella,

el conocimiento te lo llevas, 

y a los dos, de viejo, los has sepultado”.

La última hoja, papiro sagrado, 

en ella escritas las almas

con la sangre de las hormigas, 

esclavas de un enorme reinado.

La cortina en la noche, cansado, 

la ventana cerró al mundo;

así como se cierran las vidas,

se cierran los párpados.


© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).

España. 

martes, 29 de septiembre de 2020

El cuervo de Lorca

Aprieta tanto como un corpiño

este traje de soledad,

abierto de par en par,

escotado como un vestido.

De cintura para abajo, niño

con pies de poco mundo, 

ansia de ver el verde,

ese que llaman el Paraíso.

De pecho en precio esculpido, 

ojos de coral, mar en descanso eterno;

si las arenas hablaran…

Para qué decir lo que ya está dicho.

Se fueron las sonrisas, latidos, 

corazones enervados llenos de energía, 

vida feliz, abrazos, besos

y un sinfín de cariños.

Se fue, todo se fue al abismo;

de ahí partí cual cuervo

con pico de peste, corazón barroco

y alma de Lorca en un chiquillo. 

De ahí me fui con alas de cervantino;

mucha honra espera a quien poetiza

las praderas interminables del amor, 

como yo, un hierbajo entre tanto espino.

“Sé feliz”, dicen al cautivo;

recuerdos que desaparecen

ahuyentados por el furor de amar

aunque se esté, en el olvido.


© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).

España.

lunes, 21 de septiembre de 2020

Fugaces

Estrella fugaz, cortaste mi sueño,  
desperté peinado de bestia,
falto de besos, camas,
soledad incansable, lleno.
Siempre ha crecido conmigo, la llevo
por los caminos de cada letra,
entre lágrimas de impotencia,
al odio que me corroe por dentro.
¿Cuánto queda, cuándo no habrá tiempo?
Estrella fugaz, déjame dormir,
visita otros cuentos, habla de niños
y entrega este ser a otro universo.
© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

lunes, 14 de septiembre de 2020

Una voz en el sereno

Cuando las hojas besan el cielo,  

el beso, besan,

se envuelven en rumor,

raíces del deseo.

Bosque de poemas, fuego,

ceniza mi descanso, llama de tierra,

aquelarre sean mis emociones,

bailes de brujas y carneros.

Cuando las estrellas avisan, ciego,

las hojas ya no besan,

son la lengua del mudo,

idioma del universo.

Propietaria de los silencios,

musa de hasta un crimen,

quien asesina el amor,

luna, es un poema para el muerto.

Cuando las hojas lloren sereno,

la vida será más tierra que carne,

este árbol, mi descanso

y mi raíz, el último beso.

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).

España.

lunes, 7 de septiembre de 2020

De jóvenes

La vejez yacía en tu piel, amor, 

ataviada de luz, ángel perdido,

moscas en las montañas

alejaban su peste de tu calor;

y el verde… Verde era mi color,

abrazado de ello, pasto, silencio,

inquietud, castidad para el mundo

que duele tanto como mi dolor.

Y te vi de lejos, amor…

Sonrisa misma del mar

cuando sus olas mueve

en honor a la orilla, templadas al sol.

Tus pasos lozanos, pies de carbón;

cruzaste mi mirada, orbes de paraíso;

dejaste atrás, con humildad, el espero…

Nos dijimos todo en un modesto adiós.


© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).

España.

martes, 1 de septiembre de 2020

Nimiedades

El último metro de una montaña, 
la décima gota de una lluvia, 
esa letra del final del “te quiero",
el fuego de la cama,
cada vez que se te cae una pestaña,
el quinto infierno del enfado,
cuántas arrugas tiene la experiencia, 
el límite entre dinero y fama,
la sonrisa de tu primera paga, 
la nota terminal de una orquesta, 
días que tienes esa música en la cabeza,
la primera estrella que viste en tu infancia, 
la sonrisa de tu madre anciana,
el límite del eterno universo, 
¿dónde está ese ser llamado Dios?,
el espejo donde miras toda tu alma.
No hay nimiedad en lo que hagas,
en cada latido de la vida, 
ni el amor siquiera;
ese es el todo en la nada. 

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

miércoles, 26 de agosto de 2020

Comprometidos

No hay distancia humilde o lejana, 
ninguna barrera en las noches,
diamantes de las musas;
en ellas te tengo cercana.
Ni habrá sueño o magia
que duerma mis manos
con las que besar tus poemas, 
o tus labios con ansia.
Siquiera existe lana
que nos engalane con mil ropas:
cien de ellas de tierra, 
nuestro lecho, nuestras mantas.
Piensa en esas aguas,
las que separan mundos,
pero no el anillo
cuando en mis olas, te bañas.

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

martes, 18 de agosto de 2020

El arte de las caras

El amor conquista las caras;
los clichés, tópicos y moda
se los deja al arte de la guerra
de lo que fue una sonrisa apagada.
El amor se lleva las almas;
el destino detiene conceptos, 
lloros, alegrías, libros en el tiempo, 
tantas historias regaladas.
El amor nunca echa amarras;
el miedo aterra la felicidad, 
la pincelada de la vida, 
es la tumba que nos ata.
El amor es una idea innata,
no un cáncer, algo frío, 
un amigo de la niñez
o un truco de magia. 
El amor defiende su causa, 
no es un hueso roto, 
un número en soledad,
es geometría sagrada.
El amor no es una nada, 
es un deseo, un corcel, 
el vestigio de una fascinación,
la hora de una visita inesperada.
El amor es futuro, es mañana, 
en el presente firma huellas, 
al pasado inclina su rostro
y sonríe a quien llora por su amada.
El amor es la Puerta Magna,
la victoria sobre otras, 
el misterio de las leyendas…
El amor es un sinfín de palabras.

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

miércoles, 12 de agosto de 2020

Aguas de seda

La espié, su belleza era inmune al sol,
a mi deseo de retar a su lago
donde su cabello escapaba a Dios,
al cielo minervo, encrucijado,
las nubes que reflejaban su rubor.
Allí estuvo, como hermoso astro
orbitando lejos de mi amor, 
constante, suave, de tacto delicado;
el espejo del que habla su sudor.
Imaginad tal desconcierto ermitaño,
mi secreto permanecía en buen confort, 
ahí, hecho nube y desaliñado,
atacante del silencio, mudo tambor
de mi anhelo por odiar al mago
que hizo de mí un tallo sin flor.
Y no dejo de observar, callado, 
entre postizos caminos alrededor, 
aquejada mi alma en llanto
de no poder cazar al ave del dolor
que gruñe mi estómago de gusano, 
de pocos capullos y una mariposa a color,
mientras el viento manda mi paso
a ser valiente, héroe o ladrón, 
dar zancadas de viejos zapatos,
ser caballero o un mal jugador
de las tabernas, que ni dan buen caldo
ni un tajante trago de ardor.
Bañada en céfiros, este caballo
trotará a sus filas, mas hay dos
también en su correo… ¡Ingratos!
Ella no obedece a ningún monseñor;
quién fuera yo, así, un adinerado,
hombre para ti, mentiroso lord,
harto de extensos y bellos campos
como tus indómitos cabellos son.
Arbustos, contemplad mi cuerpo fatuo, 
hecho guerras, cadáveres y horror, 
no soy para ella su árbol
en el que llore o cuando no.
Desde este flaco estrado,
mientras yo pienso si el celo es un don, 
otros te quieren llevar en su saco;
tradición de los amantes, digo yo. 
Y desde esta orilla del plano,
seguiré observando tu fervor,
lobo que aúlla a su luna en verano, 
semental para la siguiente estación.
Yo maldigo al viento casto,
estigma de mi escasa respiración,
obrero del tiempo y del acto.
Él te ama como si fuera yo, 
y yo te amo como este viento lejano.

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

miércoles, 5 de agosto de 2020

En manos del vigor

Por dentro el manjar
de las frutas prohibidas, 
que se deslice por la arena,
bulle entre tu seno al nadar.
Me consigno, haré firmar
la gloria en la belleza viva
o el escándalo de un conde
si mi mirada te hace desnudar.
Palabras y palabras para dar
como bestias desganadas en busca
del correcto ser, el hombre ingenio
que duela amarte o hacerte llorar. 
Palabras y más palabras se van
en cada beso que huya a ti, 
huyan de este mundo
por la avaricia que les das.
Y se hunden mis manos allá
donde cae el cielo y crece la ira,
allá donde ya no estoy
y estoy en tus deseos, lo sabrás.
Sabrás de la delicia del mar, 
conocerás la montaña de un dios, 
el origen del romance
entre una abeja y la flor letal.
En cada beso ya no habrá
un abrazo lleno de ternura,
sino un amor de monumento
de cien torres de ego imperial.
Y nos engancha más
como droga, veneno en barril,
genio de lámpara que a tu cuerpo
yo no puedo dejar de desear.
Igual que un rayo mortal, 
cada estampida resuene por los valles
y cada tormenta chille
si al besarte le robo toda su electricidad.
Sí, así sean las noches, ojalá;
así sean las guardias y velas
que de cada beso tuyo, 
mío sea el orgullo de un gran pilar.
Atrapada en mis brazos por el dorsal, 
así se hace el amor, 
y quien me conozca lo contrario, 
que me diga cómo he de conquistar.
Choque tras choque, transpirar;
no existe mejor música
que oír el toque de la guerra
en el piano de un profesional.
Daré honor a tu feminidad, 
pues de ahí es el amor:
el mayor vigor del hombre
que tanto ha de entregar.

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

miércoles, 29 de julio de 2020

El moco

Ese moco rebelde, un buen moco
que no piensa salir
ni con una tranca de oro,
pero hasta que se consigue
y sale disparado a un tronco;
y ese gusano te mira, 
te mira con agudo reojo
ese guano que abandonó tu ventana
para acabar mancillado, ¡despojo!
Ese desprecio de la nariz
que tanto nos irrita, nos vuelve de loco, 
que se astilla entre dedo y dedo, 
y no deseas que nadie te vea como
un lerdo investigando otro mundo
en busca de un gran tesoro…
¡Y qué grande el travieso!
Para escribirle un tomo
de varias crónicas negras;
grande como un orco. 
Y las mujeres: “¡fah, qué asco!”.
Y los hombres: “¡sácate otro!”.
Yo lo haría enseguida, 
sacarme todos los demonios. 
Niños, no dejéis de hacerlo, 
¡a sacarse todos los “potros"!
porque, a vuestro honor, 
yo también fui niño con mocos.

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

sábado, 25 de julio de 2020

La humildad

¡Diles como a ellos, los Antares!,
de las mismas mareas cada palabra
y de cada verso, dales…
pan, agua, vino, harina, trigo
y fuerza contra todos los males.
Merecen ser libres y auténticos,
avariciosas historias en cada persona, cuales.
No los desprecies, créeles un mundo nuevo,
no los trates como a animales;
mil dulces a sus niños
y enviuda la crítica, solo háblales.
Aprovecha que eres lanza del destino,
una aguja en todos los mares;
sacia tu sed, bebe cultura, 
imagina que eres el mismo arte;
adivina quién canta en el Cielo
la gesta de tus hazañas: un ángel. 
Vive y deja vivir, no iracundes
a quien de ti bien te ame;
genera justicia, sirve a tus ideas, 
moldea la vida como sal a un aguacate. 
Así, tornarás en más que alma, 
amor de dioses… Serás astro imparable.
No des consejos, se un sabio incrédulo
con experiencia cierta y honorable. 
Hasta en el corazón de la dama, 
tuyo será su estandarte
con grandes poemas,
como la gloria de Roma en adelante. 
Es único tu valor
igual al corazón del Sol que sale
cada mañana, erguido
cual espectro férreo, indomable. 
Si tienes algo que decir, 
calla a ese quien te calle,
y la humildad de quien es culto
es humilde en lo que hace.
¡Diles que bello es ser de Arriba!,
cuando ya no estés, dáte al hambre,
que ellos te querrán como rama a tierra,
te dejarán hasta sin sangre. 
Y en el recuerdo, vivo serás, 
vestido de eternidad elegante,
con la humildad ante todo,
¡díselo a los Antares!

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

lunes, 20 de julio de 2020

Único

Tengo piernas para subir montañas, 
pies para dejar mis huellas, 
caderas con las que bailar el tango
y cintura en la que mover salsa.
Tengo pecho que guarda el alma, 
corazón de fuego, árbol por venas, 
pulmones libres, sangre con etnias
y del mundo tengo todas las razas. 
Tengo el canto de voces anchas,
manos que mueven el planeta, 
brazos para dar abrazos, 
don de gentes y gentes de mi Casa. 
Tengo tierra en mis uñas, blanca, 
blanca como mi piel la tengo, 
también dedos para escribir
la historia de mi saga. 
Tengo arrugas y tantas canas,
con mi pelo unto la juventud, 
de mi boca doy besos
y de besos llenan mi cama. 
Tengo de todo y nada, 
solo vida tengo, y mucha;
pero cuando quede anciano, 
¡mi nombre será eterno en mi lápida!

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

jueves, 16 de julio de 2020

Insinúate

Los mares de tu garganta
suavizan mis manos; andares de ámbar
por el árbol de tu cuello,
goza mi aliento en vela santa. 
Cúpulas tímidas, en mis palmas
se regocija la sima, perfumada
al siglo cuando comenzó el amor, 
y el resto se hizo en bocas y camas. 
Centros, curvas y bultos de dama, 
son tus líneas las que llevan mis manos
a los debates entre amar
o perder el desmayo en esta llama. 
Cautiva el sabor, el tacto, el instinto viaja
como una bestia al interior, 
a un secreto femenino tan elegante,
al mundo sedoso del placer, calla…
Calla y no hables, pues mi labia
aún sigue en tu cuerpo, sujeto del poder, 
instrumento de Dios; que se apiade de mí
si ya no sé de amor, o de ansia.

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

viernes, 10 de julio de 2020

Amaneceres

Las paredes oyen
lo que el corazón calla,
el amor grita
lo que la boca manda.
El árbol siente
la tierra mansa,
el alma pregunta
quién tanto ama.
El viento ruge
el destino del alba,
el sol despierta
cual bebé naranja. 
Tus ojos destellan
mi voz que te llama:
“buenos días, 
soy yo el que tanto te ama".

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España. 

viernes, 3 de julio de 2020

Aqua

Me encanta tu amor, 
el que me da vida,
el que me entrega luz, 
la locura y mi razón. 
Cuando callas, ese tambor
llamado silencio me hace gentil, 
me hace astral, me lleva a ti,
a tus manos, tu clamor. 
Sirves el cielo con el melocotón
de un atardecer inmortal, 
el mismo de los latidos, 
cuando enmudecen, ante el sol. 
Y la gota de lluvia, mil y un dios
cuando rasgan las nubes, 
viajan a tu pecho, a tus labios, 
ahí, donde siempre estoy yo. 

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España. 

jueves, 25 de junio de 2020

El indigente tufo

Versos contra los mejores platos de un chef, escritos por Don Filipendio Porquino, caballero galante de escasa idiotez.

En el siglo XVII, un galante caballero, 
de cuarto gramo de bigote
y kilo y medio de letras en negro, 
empezó a sufrir de acoso estomacal
tras zampar como un pato escueto.
Convirtió la ira en palabras tajantes,
y con una mano aferrada a su pecho,
un discurso maleante le nacía
de lo más hondo de su poco cerebro.
Decía así:
“Desde los déspotas de mi nalguero,
resuena, enjuto, el peor aroma
con el que hacer un mal remedio.
Expulsa de él un esquema de lo que fue
un banquete bien lleno:
la cesta de la compra
que mi mujer me dio por cerdo. 
Escrito en el aire,
me conmueve anunciar cada alimento
que fue a parar a mil narices
cuando me tiré este pe…
¡Me conmueve anunciar!
que con barriga de huevo
supo la noche a romances,
y a algún que otro duelo. 
¡Me batí con uno que sabía!, 
sabía hacer bien los quesos
entre clara y clara, rubia nata, 
me sirvieron plato a pelo. 
Mal fresco… ¡Rasca mi lorza!
Orejas, escuchad el gallo viejo, 
dios de los cultivos de maíz, 
amigo de la canción de mi trasero.
‘¡Cochino!’, se oyó al fondo, 
pero era mi señora de lejos
reprendiendo a un borracho
que no sabía ser hombre en vez de cuento. 
Y de pronto, nació uno más, 
otro insolente genio
que me arrebató la calma
al salir, inmisericorde, de mi pandero.
¡Desde las injusticias!,
cada quien mira a otro cerdo,
otro que juega bien sus cartas
en un rancio y escondido momento. 
¡Ras!, se oyó el trueno
desde las imperfecciones del prójimo, 
uno más que acompaña al viento, 
ya harto de discursos al aire
que nada resulten, solo en muertos.
Y qué más da si la culpa
es de quien gusta de alimentos
en las cocinas de mi palacio, 
hogar de sabores y ronroneos.
¡Aquí está! Otra fechoría
del guion de mi quejo:
robusto chef con cuchara de palo, 
un puchero me trae con mayor puerco.
¡Que lo ahorquen, a la hoguera!,
¡cuélguenlo como a un murciélago!
Quiero verlo correr entre mis manos
por hacerme estreñir los versos.
Ya no puedo más, 
necesito relajar mi tiempo
fuera de mis invitados, 
comensales de riqueza y huertos. 
Hasta muchos años dure
este puzle de fatuos fuegos, 
dominios de los diablos, el baño…;
¡voy a forjar una espada de mi nalguero!”

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

jueves, 18 de junio de 2020

Entre un ciclón

Vi pasar un grano de azúcar
en la arena blanca, escurridizo, bello, 
tan amplio como un mundo,
tan seguro como una piedra entre rocas.
Era gemelo de la sal marina, como medusa,
encuentro eterno entre agua y tierra, 
figura inquieta igual que una estatua
o un muro lleno de hormigas trabajadoras. 
La noche no ocultaba ese grano de azúcar, 
etéreo en su quietud, débil ante el agua,
fuerte coloso contra el viento;
todo un reto para Dios a cuenta gotas. 
Un grano de azúcar lejos de ser azúcar
cuando ese grano llora en el agua,
deshace sus lágrimas en espuma, 
blanca como la arena y la sal gorda. 
Viejo como una cana, nieve de bruja, 
un grano distinguido por su hazaña
de ser único entre semejantes,
todos granos dentro de una bolsa. 
Este era natural, poeta y musa, 
escribía su historia en cada paso,
dejar en la arena su vida
en letras de barro y agua de roca. 
Y se fundió en una escultura
que el sol la llenaría con cortinas de oro, 
entre tanto grano de azúcar
como puertas con su pomo de orca.
Se hizo vivo, el destino del azúcar;
se hizo perfecto, ni cosa ni objeto,
juguete o niño burlesco, un ser gigante;
vi pasar un ciclón que se llevó mi sombra. 

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

viernes, 12 de junio de 2020

Arañas

La vida es como una araña:
teje la red perfecta, 
espera la víctima, incauto inocente, 
luego todo lo amaña.
Se la come, come con gana
lo que otros desean arrebatarle, 
el descuido se convierte en hambre
y el hambre, en ansia. 
Maestros del descuido humano, hablan
los que conocen de tretas,
reciben su nota por cómo ven
lo que otros anhelan ver: artimañas. 
Ingente sea toda esa mafia
que ahorca a quienes merecen
el mejor trofeo del mundo, 
y lo que obtienen es una injusta mirada. 
Anhelos de poder sin honor ni nada, 
socarronas sonrisas, ojos de reptil, 
manos de blanco albañil
para teñir el negro de sus almas. 
Sí, y el esfuerzo se paga
contra otros que lo destrozan
con distracción amante,
o una belleza barata. 
Y cuando atisban ese furor, esa garra,
de robar el ingenio, el valor, 
se dan cuenta del error
que es entrar en territorio de arañas.

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España. 

sábado, 6 de junio de 2020

Posibles

Es posible convertir el amor en felicidad, 
aquel que la conoce lo sabe, 
la dama que lo prueba, cae encantada, 
el niño con su madre, nunca lo hace llorar. 
Es posible que el amor sea una verdad
para aquel no creyente del deseo, 
el que busca dinero por pasión, 
tal vez en otra almohada encuentre algo más. 
Posible sea el amor en la soledad
cuando desciende el sol
como mísero indigente, fiel, 
y asciende en caballero al amar. 
Posibles… ¿Cuán posible es amar?,
si de tanto que se ama
la energía no acaba, fluye
por los ríos de la montaña de este mar. 
Mar de mi tierra, cuerpo irreal,
si fuera alma inerte no sería poema
lo que este amor significa entre líneas;
un libro imposible con historias sin acabar.

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

lunes, 1 de junio de 2020

Antes

Antes de la vida el sonido del silencio
era una caricia, el amor de la Madre, 
un canto entre gotas de la lluvia, 
el cielo amante, la pasión del invierno. 
Antes solo había paz, un beso;
de los anhelos crecían las fantasías, 
los deseos sin desear, el problema de vivir, 
la muerte… La muerte del viento. 
Los que sabían amar conocían el secreto
de poder sentir lo que antes había, 
antes del nacer, del vivir, del comer…
Antes que todo ello. 
Antes incluso que el mismo tiempo
ya existía el deseo de besar con velas
las letras del mundo que comenzaría;
uno en donde tú y yo somos ese cuaderno.

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España. 

martes, 26 de mayo de 2020

Sir Monte

Manos que hieden a hogar, a hierba
de entre tu cuerpo harto de fuego,
dispara la risa de una diosa
como la olla que gime la carne hecha.
Pende la voz del hilo de una prenda
desmigada por el amor recio,
el auge del sereno apunta a tu boca
embarrada por el río y su lengua. 
Silencio se escucha detrás de la hierba,
condenas y demonios en tus labios, 
tan tuyos como míos, 
erectos de palabra y media. 
Cómo se rinde el sol ante la luna llena, 
y no es de noche, sino cuando yo la digo, 
cuando ahora eres mi muro de lágrimas, 
a la vez que mi tambor de guerra. 
¡Ruge como los dioses, canturrea!
Te volverá el miedo por verme, 
amarás las líneas de mis manos, 
las mismas que te trajeron a esta senda. 
Mandarás como manda una estrella, 
que sin luz no hay universo, 
o como un abrazo de cinco puntas
que te aguarde con Sagitario a la espera. 
Y encima de cada montaña hay una vela
con la que siempre guiar al perdido;
perdido entre tus ansias,
amor profundo, ese, entre la alta hierba…

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España. 

miércoles, 20 de mayo de 2020

Aguas negras

El silencio se estremece
cuando el beso rompe la oscuridad, 
el diáfano ejemplo del placer
entre golpes de sed me enloquece. 
Me esgrima la sangre por perderte, 
deseos de pasión, oníricos corazones
dormidos en noches de estrellas, 
mi boca pide verte.
Y más pide amarte
por cada soplo de aire de soledad
piensa mi credo en titular
los rincones de tu cuerpo como se merece. 
Pienso hacer de ti una obra, un deleite,
el gusto del hombre por la mujer, 
el precio del enigma por un pecado, 
un tornado mudo, un volcán estridente.
Haré de ti una explosión, no detenerte,
entre tantas caricias y manos de queso
no habrá tiempo para cuán amor
nos guarde el universo, oscuridad sin precedentes.

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España. 

viernes, 15 de mayo de 2020

Invertido

Cuando el miedo es el paciente, toda ayuda es bienvenida;
cuando la palabra carece de letras, 
una imagen le da mil;
cuando la alegría es esposada,
la libertad contrae matrimonio con lo ilógico;
cuando el mundo frena los pasos, 
no hay pie con bota de oro;
cuando llorarle a la puerta es nuestra salida, 
por la ventana entrará la nueva vida;
cuando la impotencia se hace aguja,
no habrá vacuna para más guerra. 
Todos seamos el mismo mundo, 
y del mismo mundo, seamos todos uno. 

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

martes, 12 de mayo de 2020

Juegos

Juega con la canción el amor, 
el amor que canta para el juego, 
nacer del beso, un mito, 
el mito de nuestro corazón. 
Juega con mis manos, la pasión, 
esfera de este camino
que nos traga por la lengua
de las poesías y una canción. 
Juega conmigo, niña del sol;
juega con el abismo
que en negro toma la vida, 
en blanco nos une a los dos. 

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España. 

miércoles, 6 de mayo de 2020

Verso de madera

Vieja la romántica novela
que filosofa sobre el amor,
enorgullece los labios
que siempre ese beso me desvela.
Arropa la dulce madera
que mece la cama, las formas
de tenerte en los brazos
tan jóvenes de acariciar tu melena.
Así son estas maneras,
las mismas que tienen los ríos
cuando viajan por tu sed,
garganta inocua, agua de mis poemas.
Bebe de la sigma, de esta miel de mi tierra
que pertenece a los deseos ancestrales;
bebe de los océanos
que caen por cascadas de seda.
Duerme bajo mi vela
mientras millones de versos
nutran tus dulces sueños,
ángeles cubiertos por mis letras.
 
© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

lunes, 27 de abril de 2020

Rayo del destino

Eres la fiel luz que adormece el cielo
en este nuevo mundo,
este que por el que camino, 
por el que por ti muero. 
De cada hoja deshojada, mesero
sea el árbol del banquete, 
dulces y saladas las fantasías, 
nuestro todo el deseo. 
Siempre vivo en tu sueño, 
humilde almohada para un ángel, 
dura pared para los demonios, 
puerta mágica para mi beso. 
Que las ventanas suspiren nuestro
amor tan inmaculado, herencia
de un viento de otra era, 
uno cálido y de un mundo eterno. 
Eres la fiel luz que despierta el cielo, 
ven a mi vida, a la Cuna de la Vida
donde todo ser humano es único, 
donde tú y yo somos el número perfecto. 

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

miércoles, 22 de abril de 2020

¡Viva el amor!

¡Viva el amor!
Es el que te da envidia,
te ilustra, te da seguridad, 
enseña a que un gran problema
puede convertirse en la dicha.
¡Viva el amor!
Es el que jamás te insulta,
guarda tu incesante respiración
en ese cofre llamado alma, 
te ama como el propio amor te impulsa. 
¡Que viva el amor!
Y que viva cuando ninguna
arma sea capaz de matar,
que siempre viva en el corazón;
viva mi amor por ti, mi musa. 

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España. 

miércoles, 15 de abril de 2020

Pronto veremos el mundo

(Canto desde un confinamiento)

Así es el latido del corazón
cuando se guarda uno más
para estallar entre vena y amor,
y si quiere volver atrás
en su paso siempre existirán dos. 
Así es el mundo del volcán
cuando sus rocas hacen explosión
por el deseo de quererte abrazar,
y sentir tu fuerza como un león. 
Así somos jóvenes, y uno más, 
cuando cantamos por el valor
de poder volver al viento y hablar
de esa memoria de nuestra pasión,
y olvidar esta herida, olvidarla ya. 

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España. 

martes, 7 de abril de 2020

Aromas

¿Pueden las hojas contar historias
de amor, de aventuras, de lágrimas
y de imperios indomables
con héroes en busca de sus señoras?
¿Puede un bosquejo que ahorra
mil dibujos ser el mapa
de la llegada de Venus?,
(dicha por el hombre la Mujer Amapola). 
Ella puede ser mi otra cosa, 
el misterio de tanto poema, 
el mundo a mis pies, 
recuerdo inmaculado en mi memoria. 
Qué pudiera ser un aroma
cuando cae por tu espalda;
quizá mi masaje íntimo, 
tal vez mi corazón que te adora.
Qué pudiera ser la misma flora
cuando cae por tu busto;
tal vez mis labios, 
quizá el aceite de una diosa.
Y de las entrañas que me azotan
no explico mi reconcome
de este silencio que danza
mi abrazo que tanto te añora.
Y de mis nervios se torna
un enano a gigante cuando te veo,
entonces piedra me convierto,
escultura eterna, poderosa. 
Tu alma me apoya, 
ella es ese vehículo sin conductor, 
la musa de mis sueños, 
la tierra que quiero sin normas. 
Puede el viento contar ahora
lo que mi corazón necesita, 
ese roce de las montañas
cuando contra mi ser chocas.
Pide el cielo al sin boca
una palabra tan pequeña
que ni en el universo cabe, 
y a Dios le queda gorda.
Ni tan siquiera una rosa
guarda tantas letras,
solo perfume, pétalos
y el frenesí de sangre por Roma.
¿Puede un beso ser una gaviota?,
confinada en una nube,
vuela como el rayo,
duerme en tu alma, mi alcoba. 
Así es el Amor, la gloria, 
ahí te lleva junto a ella, 
no te suelta, te piensa;
así es el amor: un aroma.

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

miércoles, 1 de abril de 2020

Amén

Amén del loco, 
amén del bravo,
de aquel que puede con el mundo, 
de esa mujer que ama todo.
Amén, cordura inquieta, poco
da el que tiene, rico, 
y sabe Dios lo que no tiene:
un corazón hecho de oro.
Amén, gritan los religiosos
cuando el mundo acaba, 
reza uno por el destino, 
reza por su propia vida el otro. 
Amén por el lloro hondo,
es el ser humano la venda
para curar una herida
que él mismo ha roto.
Amén, digo con mi alma en el torno, 
digo con las palabras que subyacen
en el inconsciente de un listo,
más insensato que un mono. 
Y amén por ese mismo mono
que tomará la tierra de la que vino
si este que la destruye, 
no sabe cuidarla y le da odio. 

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España. 

miércoles, 25 de marzo de 2020

Confinados

Pienso que el mundo hoy no acabará, 
la fe es lo que nos apoya, 
una esperanza nos ampara, 
es la ley natural. 
Hemos podido con peor letalidad,
el respeto, la tolerancia, la alegría
y el valor que nos enseña a seguir;
un día todo será diferente, pero no el final. 
Que esta lección nos suba la moral, 
no decaigamos, no desesperemos,
no nos ataquemos entre nosotros, 
ahora debemos ser una sola mano, una unidad. 

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España. 

miércoles, 18 de marzo de 2020

Virus sin corona

Unidos podemos ayudar
a quien necesita nuestra mano, 
a ese que le falta lo nuestro, 
quien celebra un ser humano de verdad.
Unidos, hagamos del valor real
un mundo mejor, para todos;
sacrifiquemos un poco de corazón
y ofrecedlo a quien no es capaz. 
Un virus, una guerra, una bomba nuclear…
no hay batalla que el ser humano
no haya triunfado, y la esperanza
es el feto del futuro, y mucho más. 
Unidos tendremos la libertad
en una distancia que nos encierra;
unidos tendremos el ánimo
de poder decir: “esta es mi Tierra, mi hogar".

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España. 

miércoles, 11 de marzo de 2020

Así

Así te dije que te amo, 
te dije que te extraño, 
te escucho en las memorias del viento
y en las enseñanzas de un cuento. 
Te dije que eres mi niña, te ando
desde las alfombras de un barranco,
y por las cumbres del cielo
te dije que te quiero. 
Te dije que de tanto
nos íbamos a besar harto, 
y por todos los besos del universo,
así le digo a sus estrellas: “te deseo”. 

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España. 

miércoles, 4 de marzo de 2020

Místicas

Sirena entre mantas,
abusas de mí como si fuera
el eco de tu vida, 
un objeto que desprecias
pero que al mismo tiempo amas. 
Hechicera entre tus cantares, 
desahogo mi aliento en las llamas
de un abismo interminable,
tal vez el tuyo que me arde
o el mío que me sacias. 
Mujer en tus camas, 
con cuántas habrás estado, 
si yo soy tu única joya, 
el deseo de tu vida, 
o una más como esas perdidas almas. 
Gemidos y gritos de glorias, 
si yo seré tu trofeo
o alguien a quien ames de verdad
como quien ama la vida, 
y la muerte la desnuda tan incauta. 
Heroína entre tus dientes, 
me robas el corazón
si jugamos a los ladrones, 
o te intento sanar las heridas
si yo fuera la doctora de tus ansias. 
Jefa de tus sueños, 
dame esos besos de otras,
y sé que uno de ellos es mío, 
este cuerpo será tuyo, 
mis latidos serán tus lágrimas. 

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España. 

miércoles, 26 de febrero de 2020

Merece

Merece la pena haberte amado, 
haberte conocido, sentir tu cariño, 
verte sonreír, estar conmigo,
jugar con tus manos. 
Merece la pena haberte encontrado, 
hacer de niños en nuestro nido, 
cambiar nuestras vidas
por juguetes y besos de enamorados. 
Merece la pena haberte abrazado, 
darte eso de mí, eso que te dice
que no estás sola, estoy a tu vera,
en esa luz que camina a tu lado. 
Claro que merece haberte llorado, 
lágrimas de distancia, llantos de amor, 
alegrías de amigos y luego la frustración;
pero merece la pena que me hayas soñado. 

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

martes, 18 de febrero de 2020

Cuando callo

Cuando calla la boca
no se dicen muchas palabras,
la lengua queda muda,
no se habla de otra cosa. 
Cuando calla la boca
el mundo se adormece,
lo viejo se hace más viejo, 
lo nuevo, ni con lotería toca.
Cuando calla la boca
no se hablan de recuerdos, 
no se dicen los “te amos”,
todo se va al viento y su cola. 
Cuando callan, no hay de otra
que seguir el silencio, 
brumo, áspero, seco, indigente, 
mejor educado que una copa. 
Cuando callamos vive una nota
que se escribe en ese piano
al aparecer una nube, 
y el tiempo te dice: “Hola".

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España. 

miércoles, 12 de febrero de 2020

Junto al fuego

A veces deseo amarte, sentirte liberada;
otras, deseo desearte con avaricia
como si dos bestias no pudieran
sostener el peso de sus jaulas. 
Te pienso, me piensas y somos nada, 
dos entes presos de este mundo
con el corazón en boca del amor, 
y el puño puesto en el alma.
Deseo hacerte sonreír, escuchar tu carcajada, 
saber que estás ahí donde cabe
un niño entre tus brazos
y el aroma de mi voz en tu almohada. 
Deseo codiciarte, vestida, desnuda, llorada,
feliz, mansa, iracunda, seria, gentil…
Y lo que más deseo es estar contigo, 
juntos, contenidos en el secreto de nuestra llama. 

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

miércoles, 5 de febrero de 2020

Caricias caras

El precio de una caricia vale
lo que una mirada provoca, 
el mover del cuerpo
de cada una de las extremidades. 
De eso se trata, de entregarte, 
de ver sin tocar, y sin verte, 
de acariciar la piel de tu busto
con manos sin carne.
Poner una de ellas, y resbale,
sobre una gran montaña;
y la otra, viajará lejos de los gemidos
hasta donde Dios no sabe. 
La otra se hundirá en un romance
donde el gesto más sublime
entra sin pudor, sin mucha fuerza
y en donde un rezo, no cabe.
Ahí es cuando ya no eres elegante, 
te vuelves bestia, endureces tu boca
en la que un beso vale más
que tocar con el fuego salvaje. 
Fluye la energía, saltas y bailes,
entre más te acaricio,
tu ser se vuelve demente
y lanzas miles de manantiales. 
Así, ya eres el mismo Hades, 
y la potencia de una selva urgente
se convierte en pura lascivia, 
y ya no eres mujer, sino mi propia sangre. 

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España. 

jueves, 30 de enero de 2020

A la lágrima

Alegre es el que vuela,
alegre es el que va,
es el que siempre viene,
el que siempre regresa.
Alegre se duerma
en la cama de la misericordia,
alegre se mantiene
en la noche aunque duela.
Alegre lee bajo la vela
los tesoros del amor,
que sin ellos no vive
aunque el corazón le padezca.
Alegre siempre sea
ese hombre del ayer,
alegre siempre es
una lágrima de poeta.

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España. 

jueves, 23 de enero de 2020

Besos genuinos

Beso que guardas mi destino, 
eres la flor que da vida a la madera, 
la penumbra que espía el día, 
el paso para un nuevo camino. 
Beso que besas uva y vino, 
de una noche se espera un poema;
una mecha que empieza a incinerar
lo que tarde o temprano imagino. 
Besa el aire del viento fino, 
el que despeina con mano de santo, 
ese que viaja a tus labios
por cada palabra, peregrino. 
Bésame, besa mi amor campesino
a orillas del río del mundo, 
lejos de esta vida, dentro de otra;
besa mi amor genuino. 

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España. 

jueves, 16 de enero de 2020

Crece

Crece la hierba como hace el tiempo, 
crecen los árboles, un fruto, 
un diente de un niño, la tierra
o el cabello como el mismo universo. 
Crece el amor a la vez que el cielo, 
inmenso, azul y desproporcionado;
crecen las ilusiones, las alegrías
y las perlas que rasgan el firmamento. 
Crecer y crecer hasta tocar el techo, 
los labios de quien amas con nerviosismo, 
los deseos de agarrar las manos
y sentir que el mundo es nuestro. 
Crecer hasta ser un pájaro del viento, 
un ave capaz de volar hasta otra dimensión;
crecer y lograr lo más preciado:
poder ser un sabio con gran conocimiento. 
Creceremos por cada abrazo eterno, 
por cada caricia y atisbo de pasión;
creceremos hasta perder el sentido…
o hasta que me digan que soy pequeño.

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España. 

jueves, 9 de enero de 2020

Beso de luna

Como la tinta de la pluma, 
el rayo del sol de este mundo,
acudes a mí en este poema
cuando cruzas mi espesa bruma. 
De los poros de estas letras rezuma
el ungüento con el que bañarte,
diccionario de tantos besos
y un único significado nos consuma. 
Pletórico a tus ojos, segura, 
viaja a mi mente, descubre tierras, 
hombres, mujeres y animales
que te hagan el amor como nunca. 
Y nunca aceleres la noche del puma,
que con su acecho y sigilo,
en cama y almohada quedarán los gritos
de cuando te llevé tan lejos, a la luna. 

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España. 

viernes, 3 de enero de 2020

1630

Bienvenida a la clase media, 
obreros también entre nosotros, 
nobles de aires despectivos
acechando el oro de la pobreza. 
Marcada por una época de riqueza, 
disfruta el mundo con la música
de quien fuera Bach, don Diego Velázquez, 
maestro pintor, y algo de vino a la añeja.
En San Pedro del Vaticano espera
esa hermosa estructura, divina, 
que muchos adoran como
el símbolo de la arquitectura suculenta.
De calle en calle tu melena, 
por las paredes aprecia tu perfume
el que desea ser enamorado, 
el que anhela ser de tu tierra. 
Un beso en cada ventana abierta, 
una mirada pícara, suerte del erotismo, 
malvada y coqueta, con el ajetreo
de esa falda roja que te baila serena. 
Ciudad de ríos, ríos de estrella, 
una cesta en tus manos, 
las manos del encanto, del terruño
que me hizo conquista en toda letra. 
Cuando exento de mi copa trémula
me destierro de mi goce por otro, 
nunca mis ojos se frotaron tanto
como el paño contra una mesa vieja. 
Poema andante, tus pies de doncella, 
clásica, romántica, en las volandas del destino, 
feliz entre gentes ancianas y jóvenes, 
entre ellas una mirada, la mía eterna. 
Inmóvil cual escultura llena de inocencia, 
así permanecí observando cómo un ángel
podía caminar entre estos humanos perdidos, 
y yo uno de ellos, el Infierno me recela.
La veo ir a un teatro, la Gran Orquesta
se oye de fondo; oídos de experto, 
la persigo como quien persigue
un cazador a su única presa. 
Antes de cruzar la puerta, 
un calor de verso me corroe, 
me imagino ese verano con usted
tomados del brazo como Romeo y Julieta. 
Luego, usted en primera fila, tan bella, 
y yo espía de su vida, 
oculto entre espalda y espalda, 
desprecia su cabello detrás de la oreja. 
Deje que lo haga yo, me merezca
ese placer, oh, por favor, 
y la lujuria me podría jugar mal, 
pero no la turbaré con mi desaliñada presencia. 
¡Y quién fueras tú, quién es ella!
Ah, virtud desmesurada, es usted
la musa de este pueblo, 
la mujer que me late con expresiva fuerza. 
Aplaudes como el gentío de la escena, 
la función aún sigue su trayecto, 
y yo, hombre ya enamorado, 
la retrato y escribo cual obra maestra. 
No deje de aplaudir, mi mujer, mi diosa sea, 
y tras ese cartel del año viejo,
la fe de tu elegancia, tu vestido, 
siglo del Barroco, te amo en este 1630.
Año perfecto, aquí te entrego entera
lo único que poseo: mi alma,
una que desde siempre tuvo propiedad, 
y tú eres su legendaria dueña.
Usted, un diamante, que sin la herramienta
que manejen mis manos
por no tener la adecuada herrería, 
no le importará si la forjo con un poema. 
Te despides de la función, se aleja, 
usted, mi amada; por mendigo voy
tras su encuentro, bien acicalado
y con nervios de mariposa sin su néctar. 
Y chocas conmigo, recojo tu cesta…
¡Bendito sea Dios!, ojos del Caos, 
nunca había contemplado
tal mujer con tamaña belleza. 
Manos rústicas, cuello de princesa, 
senos de la febril elegancia, 
que de ellos me colgaría 
por este precipicio que me lleva.
Piernas untadas con aceite de delicadeza,
pilares que ofrecen beso al tabú,
y el olor de tu conocimiento
hace de ti la sonrisa más perfecta. 
Que Venus te rinda culto, envidia vuestra
que hasta toda fémina la amaría
aunque su sexo sea por un hombre,
y no por lo que tengo delante: una intocable reina. 
Por libro en blanco queda, 
usted deje que le escriba mi historia, 
mis problemas, mis enfermedades, mis delirios…
toda mi vida mancillada en su piel de seda. 
Suspire, resuelle, ¡cante como el coro de la Iglesia!,
cuando muestra que me ama,
su gentil suavidad desaparece,
y me devora como una bestia. 
¡Adiós a su engalonada cesta!,
la llueve al desafinado suelo,
y usted se abalanza a lo que Cupido nos hizo:
unir a dos tontos en este cruel planeta. 
Así usted me ame aunque el Fin de la Era
nos alcance de inmediato, nos hechice,
nos adopte como los Juicios del Cielo, 
o como niños jugando a los besos de fresa.
Así lleguéis a desearme cual bandera
que ondee en nuestro cosmos, busto ancestral, 
en el origen de todo hombre y mujer, 
usted es mi dama, y yo su pasional poeta. 

© 2019 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España. 

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