miércoles, 30 de mayo de 2018

Quetzal

Arcoíris, el ave flamante
que viaja entre los tambores,
claman su vuelo vibrante,
nos lleva lejos de los desertores.
Ave valiente, gran inmigrante,
por el mundo vagas sin señores,
protectora, rejuveneces ante
la naturaleza de los vigores.
Viento te mece, cuna vigilante,
como suspiro de las flores
cuando ven tu sino amante,
el camino de los lores.
Ella nos lleva tan elegante,
nos refugia en sus valores,
beso en frente, luz al instante;
besos de esos emperadores.
Nido su plumaje imperante,
cama nuestra, abrigo de senadores,
hoy soy tu coraza radiante,
mañana, el amor de todos tus amores.

© 2018 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

domingo, 27 de mayo de 2018

Deseo...

¿Y por qué no pedir un deseo?
Deseo ser el hombre que quiero,
tener la vida en mis manos,
el origen de Dios en mis ojos,
el horizonte montañoso, entre mis dedos,
respirar el perfume del bosque,
ese que llaman Eau de Viento,
jugar con una ardilla
como si fuera yo su bellotero,
o escuchar una estrella,
cuando me dices: “mi hombre, felices sueños”.
Deseo que el mundo
no lleve mis pasos,
poder resucitar a esos filósofos
que dijeron que el amor
no era más que una cerilla
que se consumía con la propia llama,
el tiempo luego lo barría todo.
Deseo eso que sueño,
lo que escribo entre letras,
espacios en blanco, silencio,
una coma, puntos suspensivos
y labios temblando el “te quiero”.
Deseo eso que llaman poema,
que a esa mujer hago estremecer
con tan solo una línea curva,
un trazo sinuoso, algo más de tinta
y de pronto me sonríe tan perfecta.
Sí, deseo… Deseo eso que hay en el cielo,
lo que Dios un sin día creó
y ahora fluye libre para mí,
para moldearlo como quisiera,
en forma de regalo, de rosa,
margarita, clavel, orquídea o flor de seta;
deseo ser la bestia mansa
que acuda a ti con un tesoro,
el remedio de la felicidad,
o la naturaleza en forma de sorpresa.
Claro que deseo lo que tanto anhelo,
deseo el deseo de poder desear,
que sin haberlo deseado,
el mayor deseo de mi vida
en forma de secreto, ya había llegado.
Mi mayor deseo, el único,
es el que siempre he deseado,
que sin esperar verlo cumplido,
me fue seducido, entregado,
y vivir en sus pensamientos,
en sus sueños, días y momentos,
me di cuenta de que no era el único
que pedía más deseos,
ella también suplicaba ser su anhelo,
su luz más preciada en todo el universo:
mi alma, el deseo de su deseo.

© 2018 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

miércoles, 23 de mayo de 2018

Soledad

Espero el regreso con fanatismo,
sin ti me pierdo en esta soledad;
necesito de tu felicidad
porque sin tu gran pasión no es lo mismo.

A veces me destruyo el organismo,
no como, no ceno, no es mi verdad,
me muero poco a poco de ansiedad,
vivo en tu sonrisa, mi patriotismo.

Ven a mi amor, de brazos descarriados,
quiero sentir tus besos tan melosos,
alabar tus caricias en mi pecho.

Tus ojos ya no tengo, confinados
en el rojo infierno de los leprosos,
en la soledad de ser nuestro lecho.

© 2018 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

sábado, 19 de mayo de 2018

Visitaste mi madrugada

Entraste en mi sueño,
sobre las dos de la madrugada,
tan serena, tan perfecta y cauta,
vestida de Eva con amor inquieto.
Petrificado, así yo te contemplaba,
tu cuerpo, tu alma, todo tu ser,
con la sonrisa de una coleta de mujer,
mujer desnuda, acercándote a mis lágrimas.
Me las barriste con un beso,
besos que terminaron en pasión,
gran dulce del divino amor,
me tumbaste en tu abrazo secreto.
El sueño me despertó,
sabía que me buscabas,
que contienes en tu alma
todo lo que nos deseamos de gran corazón.
Mis manos temblaron sin guardia,
a los cristales de mi espejo,
ahí te contemplé de nuevo;
"búscame cuando te sientas asolada".
Mi alma gemela verdadera,
te siento como no me imaginaba;
el miedo, desesperación, el ansia...
somos uno, siempre a nuestra vera.
Los imposibles no existen,
en ellos reside la auténtica esperanza,
el tiempo sabe cuándo decir basta,
y volvernos a juntar, sin más cicatrices.
El tiempo, ese ser que sabe a rabia,
me susurra a cada segundo
que no tema de ese día, del futuro,
que sentiré por fin cuánto me amas.

© 2018 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

miércoles, 16 de mayo de 2018

Agua

Vaso redondo, cristalino,
Ojo de Dios que muchos piensan,
agua en remanso, en paz,
reflejo de joven, viejo destino.
Aguas turbias, otras agrias,
algunas morenas, sin piel,
desnudas de viajes, cansadas,
magas del buen vino.
Un paisaje transparente
en este vaso de nubes,
azúcar para el estómago,
envuelto en virus vecino.
Agua que calma la sed,
desagua necesidades también,
brota alivio cuando suda,
asfixia el cansancio asesino.
Agua bendita, santa divinidad,
así reza por la garganta
al tragar el goce de la fuente,
seré como tú: un poema líquido.

© 2018 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

domingo, 13 de mayo de 2018

Duerme, amor mío, duerme

Melancolía, tristeza y esperanza
son algunos de los casos
que en sueños de ocasos
terminan transformándose en bonanza.
Alegría, felicidad y materia,
esos recuerdos del destino
que conviven en mi lino,
en el amor de mi arteria.
En mi sangre, un poema;
en tus labios, todo mi amor;
en mi esencia, tu ardor;
y en mi claustro, tu teorema.
Hoy quiero ser la flecha mágica
que enarbole tus miedos,
los convierta en dulces dedos
fuera de cualquier muerte trágica.
Serás siempre mi verdad,
ese rostro que te baña por la constelación
que da fuerza a tu nombre, mi pasión:
acude a dormir a mi felicidad.

© 2018 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

miércoles, 9 de mayo de 2018

Cabello de ángel

CABELLO DE ÁNGEL

Aquella ocasión en que crucé
el sistema solar, viajé por el tiempo,
morí en brazos rotos, ajenos,
avergonzado de la naturaleza,
los secretos me invadían
como anciano cuervo ancestro
que llueve graznidos irritantes
sobre las huestes del campo,
del campo que vuelve muerto
a los destinos de los hombres.
Ayeres extraños, mantas sajadas,
azules sábanas destrozadas
y un destello de luz blanco
que indicaba lo contrario.
Una historia se alzaba
sobre las bóvedas de las cabezas
marchitadas de esos animales
que piden clemencia en vano.
Así se denomina una herida
cuando aterriza en una sonrisa,
de una santa mano.

© 2018 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

domingo, 6 de mayo de 2018

Un amor legendario

Mi cielo, el tiempo está lleno de secretos,
secretos en forma de poesía,
que cada una rima con un beso,
con el envalentonado sentir,
con la sensación de ser sublime.
Amar es como gestar una espada
con la que batallar hasta morir,
luchar por la libertad, la vida,
hasta tener en los brazos la victoria: tú.
Un amor tan omnipotente
que juzga a quien se interpone en él,
asfixia la garganta de esos insultos
que osan mirar lo que es de verdad.
Un amor de novela, casto y puro,
virgen de cualquier modo virtuoso,
sagrado por diario escrito con sangre
que emana de la comisura de nuestra simiente.
Sí, esa vitalidad que se desparrama
en tintas hechas con una mirada de los dos
por las que nos enviamos una historia,
una ofrenda, una promesa irrompible:
un eterno amor de legendaria felicidad.

© 2018 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

miércoles, 2 de mayo de 2018

Heroína de novela

Corta la espada que raya la mesa,
jengibre que mancilla el vaso
con el que se toma el vino
de las buenas fiestas.
"¡Viva el poder!", gritaba una doncella,
que con ansioso destino por ser libre,
necesitó oírse como orgasmo al universo,
como ADN del mundo, de esta Tierra.
Abandonó su hogar atestado de fieras
que siempre le devoraban las entrañas,
le comían el alma, la fe, la libertad,
hasta engullían su imponente guerra.
Esa guerra que ella mantenía en su cabeza,
una de revolución, de levantamiento,
de misión que iniciaría en su estandarte:
la mujer de una nueva bandera.
Omnipotente, dejó atrás el pasado tras la puerta,
cerrado, bajo llave de oro, enquistada
en las joyas que nunca tendría,
ni pendientes que la adornaran de vieja.
Alzó vista al cielo, donde Dios, en pena,
llovía el Diluvio Universal por segunda vez,
solamente por ella, por la mujer esclava;
por la mujer que jamás pudo ser caballera.
"¡Oh, Dios! ¡Testigo eres de mi fuerza!",
esas palabras fueron el trueno de Zeus,
el maremágnum de unas lágrimas
que una mujer lanzaba con férrea diestra.
Libre fue entonces, sin hombres a su problema,
sin maltratos, prejuicios, violencia, angustias
o cualquier desgracia que la acorralaran.
Así debía ser ella: la heroína perfecta.

© 2018 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

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