sábado, 22 de junio de 2019

Artemisas

Como el primer latido del inicio del mundo,
querer con ese amor legendario
es saber amar de principio a fin,
estando por separado y en uno.
Cómo ver con ojos de ninguno
de dónde nacen las venas
por las que esa sangre apasionada,
ruge de fuego tan profundo.
Y esa ráfaga del primer minuto,
quién la deslizó de su aliento
al pronunciar tanto silencio,
para dar comienzo al abrazo oculto.
Si Dios existiera con cada puño,
no habría maldad en el planeta,
los humanos serían polluelos
de padres intentando un vuelo absurdo.
Si la naturaleza dijera su discurso,
acabaría con el fin de sus días,
con cada historia de sus hijos,
y las grietas de tan mal orgullo.
Si un pájaro supiera hacer un dibujo,
plasmaría sus arcanos más espías
que de sus alas ha visitado
desde su nido, hasta terminar mudo.
Como el propio viento, siempre adulto,
el mejor juez por quien castiga
con los sirocos del primer latido;
el mismo que matará este mundo.

© 2019 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

sábado, 15 de junio de 2019

Supremacía

Flores, cantad para mi amor,
aborreced a quien os teme,
os destruya y os queme,
pues sois más que yo.
Haced de la naturaleza un dios,
bailad para todos los seres,
gentiles animales, y pobres dementes,
sed más que el titán de mi corazón.
Flores, escribid el mundo con color,
vestid mis condolencias con poderes,
dadme conocimiento, otros saberes,
para en esta vida, prestar más atención.
Dejad que os ilumine el sol,
rosas, margaritas, orquídeas, claveles...
esencias para la mujer, más de mil veces,
y para el hombre: un ramo lleno de dolor.
Os examino cual viejo doctor,
joven entusiasta, siempre hago mis deberes,
con todas vosotras, con vuesas mercedes,
señoras mías, gobernantas de mi pequeño rincón.
Flores, os escribo como propio autor
de protesta por el árbol, anciano ente,
murciélago y tigre, vigía entre la gente,
sois padre de todo, mi hermano mayor.
Semilla gigante, coloso de madera, mi señor,
controláis la primavera, mi amo inerte,
guardián del mundo, paladín valiente,
os adoro como otra rosa, lejos de otra flor.
Flores, ahí está mi ídolo, mi lord,
el Gran Inmune, el hombre fuerte,
ese que llaman árbol, un bosque viviente,
un amigo que nunca tiene reloj.
Rocín majestuoso, no tiene domador,
fuerza de mil hombres, caballo sin jinete,
el cielo alcanzas, con humildad inteligente;
quiero ser tú, y no orgullo por error.
Flores, mirad mi condición,
anhelo ser ese planeta, madera sin pieles,
poderosa criatura, tótem omnipotente,
cuidador de vosotras, flores, sin razón.
Mirad aquel que es mi profesor,
que a los humanos juzga por siempre,
y lo talan con reproches, esos crueles,
lo rechazan por ser mejor.
Mirad aquel que es mi interior,
mustio ahora, arrugas por toda su frente,
justo a su final, a su lozana muerte...
Flores, llorad por mi amor.

© 2019 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

viernes, 7 de junio de 2019

Corinto

Rojo amanecer, lluvia de amor,
esperanzado se siente
el albo palomo que viaja
como fénix saliendo del sol.
Tras esa discusión,
romper ventanas, tirar jarrones,
y el aliento huele a besos
cuando arrepentido sale de su voz.
Yo no sabría decir, mi Señor,
que de la vida nace el yugo,
ahorca al joven humano,
y siendo mono, con más razón.
Yo no sabría decir de mi corazón
que lo late el destino,
lo vigila el miedo, la sed,
y al morir, se lo lleva algo superior.
¿A quién adorar con honor?,
si la vejez del alma no llega,
pero tose cuando la dañan
como aire al cerrar la habitación.
Nos hace tanto color
el pintar una mañana, tostadas
de queso, chocolate caliente
y un sorbo de tu café: la tentación.
Por el mundo hay tanta información
que ni en una piedra cabría
tantas coces de los tercos,
y hacer una saga con cada opinión.
Nos dejamos en una pluma el reloj,
el tiempo en una historia:
crema para el sabio,
y olor a santo para Dios.
Y la ancianidad, arrugas y dolor,
los huesos se quiebran
tras el último poema,
y me postro ante la muerte: mi lord.
Rojo amanecer, lluvia de amor,
esperanzado se siente
cuando el arcoíris es un quetzal:
el Paraíso en una sola flor.

© 2019 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

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