miércoles, 27 de noviembre de 2019

El peso de un beso

No hago más que soñar letras de amor, 
en cada rama, en cada árbol, en cada mesa, 
y si luego las escribo con primor
con la mirada de un delincuente que le pesa
tanto oro en los bolsillos, a tal traidor
que le robó el corazón a una doncella, a esa, 
esa que para ella dedico una flor, 
cien besos, mil poesías, la leyenda que te besa
en los estrechos mundos del dolor, 
y así caigo demente en tu boca, presa
de la pasión, vivo de felicidad, ¡Señor!,
y digo adiós al mundo, no me interesa, 
para dejarme en ti, tú mi reina, y yo gobernador. 

© 2019 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España. 

jueves, 21 de noviembre de 2019

Cabello de Ángel

Desde la infinidad de un cabello, 
así es el amor, ligero pero fuerte, 
tan corto como una uña, 
tan profundo como el universo. 
Así, un pájaro se lo lleva con palos de ciego
a su nido íntimo para cuidarlo;
esas ramas que crean un hogar,
y el inicio del primer beso. 
Expertos, no temáis por este memo
que no sabe de amor, 
pero entiende que de un poema
el amor es más listo que un genio. 
Profesores, no enseñéis frialdad a los juegos
de los pobres niños, que de amor los dan;
y luego el estudio, si no aburrido, 
que crezca en adulto, y de anciano recuerdo. 
Religiosos, ¿qué es Dios, sino Amor e Infierno?
Ay, pobre diablo que se queje
que sufre por una doncella, reina
y propietaria suya, y muera por romeo.
Oh, Cervantes, Lope, Neruda y todos ellos, 
naciones andantes que con su pluma
cambiaron el mundo, el mío
y el de cada loco y cuerdo. 
Así que apunta bien, amigo etéreo, 
que si por el amor te enamoras,
la competencia es ardua,
con tanto garbanzo en este puchero.
¡Don Juan!, así me llamaron en esto, 
sentido chaval, hombre cotidiano, 
y de noche por la ventana
siempre le sonrío a lo que más quiero. 
Y tartamudea mi lengua en su gesto,
elegante entre las estrellas, 
que ni Da Vinci puedo haber pintado
tamaña belleza en mi cielo. 
Y cuando toco el Árbol del Deseo,
que sus ramas sean letras,
caricias y amor mismo, 
como la infinidad de su cabello.

© 2019 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España. 

viernes, 15 de noviembre de 2019

Hombre de acero

Véase bien este mar de rocas
que por asomar canas de alfiler
en esta cabeza hueca, 
hay solo furia en su boca. 
Insulta su humildad, y no valora
el sarcasmo de un elefante,
ese que grita por un ratón
cuando el queso lo lleva en la trompa. 
¡Fuego, rabia y moscas!
Así está el muro que me devora
como tren de mercancía oxidada;
tantos años encima, 
y con un corazón lleno de gloria. 

© 2019 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España. 

martes, 12 de noviembre de 2019

Columnas de Hércules

Espacio y tiempo se unen a nuestro beso, 
las estrellas, testigos del milagro, 
se llenan de orgullo al contemplar
lo que fuimos, somos y seremos. 
Este atuendo que es nuestro abrazo perfecto, 
esculturas que dan fe de ser reinas del cosmos,
o como un equipo de fútbol, rugby,
balonmano o uno de baloncesto. 
Una unión excepcional, desbaratada de todo elemento, 
dos titanes que sostienen la Tierra
y lo que no es de ella,
así somos tú y yo: la perla del cuello.
Ni Morfeo nos dormirá o el Hades vestido de muerto
serían capaces de destruir nuestro bastión,
consejo de reyes, dios de dioses…
Así es lo que nos une como digno trono en su templo. 
Ni la cadena tan apretada y llena de fuego
es tan sabia y separe lo inseparable, 
junte los desvelos, trozos de papel
o lágrimas por el nuevo deseo. 
Esa pasión por cubrir nuestros cuerpos
con el calor del otro, ríos que emanan
de la montaña más alta del mundo,
y no el Everest, sino las que siempre miran al cielo. 
Pirámides que esconden tantos secretos…
¿y el nuestro?, dentro de cada una
un mensaje indescifrable, una runa carcomida
o somos el Arca dentro de su propio misterio. 
Atemporales, imperiosos, mágicos a descuento, 
ni el rayo más conspirativo de las nubes
nos podría separar de nuestra congelación, 
fijos por siempre, ancestros del futuro, eternos. 

© 2019 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

jueves, 7 de noviembre de 2019

Mírame

Me miras sin motivo, 
y me miras con deseo, 
me miras con un “te amo",
de esos que salen del corazón. 
Me miras si te miro, 
me tanteas y me espías, 
me suspiras cuando ves
que te veo con tanto amor. 
Me rechazas y luego me abrazas,
te vuelves loca si no estoy, 
en tus sueños te poseo, 
te hago mía cuando sale el sol. 
Me miras en pensamientos, 
aún cuando me tienes para ti, 
delante, sin remedio, 
este soy, tu hombre de pasión. 
Me llamas en desespero, 
te calmas al verme por ti, 
me sonríes tan aniñada;
nos miramos a través de Dios. 
Me miras desde tan lejos, 
no te das cuenta de cuán cerca estoy, 
frente a ti, mano a mano, 
no llores más, por favor. 
Te miro desde otro tiempo, 
te grito en este mundo, 
te guardo cuando por fin te tengo,
mi dama tan delicada, mi dulce, mi gran amor. 

© 2019 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

Me gusta

Compartir