Entraste en mi sueño,
sobre las dos de la madrugada,
tan serena, tan perfecta y cauta,
vestida de Eva con amor inquieto.
Petrificado, así yo te contemplaba,
tu cuerpo, tu alma, todo tu ser,
con la sonrisa de una coleta de mujer,
mujer desnuda, acercándote a mis lágrimas.
Me las barriste con un beso,
besos que terminaron en pasión,
gran dulce del divino amor,
me tumbaste en tu abrazo secreto.
El sueño me despertó,
sabía que me buscabas,
que contienes en tu alma
todo lo que nos deseamos de gran corazón.
Mis manos temblaron sin guardia,
a los cristales de mi espejo,
ahí te contemplé de nuevo;
"búscame cuando te sientas asolada".
Mi alma gemela verdadera,
te siento como no me imaginaba;
el miedo, desesperación, el ansia...
somos uno, siempre a nuestra vera.
Los imposibles no existen,
en ellos reside la auténtica esperanza,
el tiempo sabe cuándo decir basta,
y volvernos a juntar, sin más cicatrices.
El tiempo, ese ser que sabe a rabia,
me susurra a cada segundo
que no tema de ese día, del futuro,
que sentiré por fin cuánto me amas.
© 2018 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.