domingo, 5 de febrero de 2023

El arte del Renacimiento IV - Alemania

El arte alemán renacentista gira entorno al siglo xv en adelante. No fue muy definido como algo innovador, sino que trató de mejorar aquellas áreas en las que podía equipararse a sus compatriotas, artistas de otros países con los que poder competir. Fue una motivación de la Reforma protestante el iniciar un proyecto de estas alturas con signos tanto clásicos como pinceladas modernistas.

Uno de los destacados artistas del Renacimiento alemán fue la famosa figura de Alberto Durero, cuya trayectoria en este período lo llevaron por los fenómenos naturales. Una de sus obras fue La liebre, detallado dibujo con el estilo animal que le merece su perfección. Esta clase de artes ayudaba al Humanismo como una de las bases poderosas de esta época, así como ser parte de una modernidad impuesta tan temprano. Su trabajo maravilló a mucha Europa y recalcó que lo medieval era una mano par con la del Renacimiento. Este artista fue signo de mucha envidia al igual que modelo a seguir por tantos ejemplares maestros que pusieron sus ojos en él. De esta manera, se creó una nueva influencia para la época. Durero, además, inculcó el denominado idealismo de raigambre italiana.

Pero no por ser único no había más artistas. Lucas Cranach El Viejo, quien procedía de la Reforma protestante, era un pintor consagrado y considerado por antonomasia; o Hans Holbein El Joven, quien tuvo su obra radicada en Inglaterra, pero no por ello dejaba de ser arte alemán.

En este tipo de categoría artística se denotaba también el patetismo alemán con expresiones que parecían sacadas fuera de este mundo. Un autor destacado de este elemento fue Grünewald, por su obra Retablo de Isenheim, que retrataba una crucifixión con luces donde las heridas eran lo más llamativo.

Sin embargo, las líneas y las larguras de algunas pinturas, como la Ninfa de la fuente, obra de Lucas Cranach, no eran los típicos modelos a seguir por los de Italia, sino más bien ligados al gótico oscuro. El erotismo no era el diligente al de excitar, sino al de ver, mostrar y capacitar un arte digno de la excelsitud alemana.

El modelismo de la escultura todavía continuaba arraigado al gótico. Sin embargo, y por muchos años hasta próximo siglo, el arte renacentista se hacía hueco fuertemente. Destacaba en esta especialidad Peter Vischer, autor de las Tumbas imperiales de Innsbruck y de la Tumba de San Sebaldo de Núremberg. No obstante, el flamenco era una grandiosa forma de trabajar también estilos nuevos, técnicas de esculpir y formas más naturales.

La arquitectura cobraba la idea de ser primogénita por la Capilla Fugger en la Iglesia de Santa Ana, de la misma familia Fugger. El proyecto se centraba en caracterizar al mecenazgo reinal con el que rendir cuentas de la importancia de sus estructuras, imponentes edificios de los que resaltar su imperio. El prestigio era una idea, pero llevarlo a cabo, era poder. De forma que, gracias a esto, se expandió el castillo de Heidelberg. No obstante, el gótico seguiría siendo un baluarte casi imbatible para muchas gentes.

Las fusiones de estilos entre gótico y renacentismo alemán eran de tal calibre que no se lograba una visión lógica. De esta manera, surgieron artistas que destacaron por todos lados. El realismo y gran detalle de algunas obras procuraban afamar al público con maravillas sacadas de la nada.

 

© 2023 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).

España.




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