martes, 26 de mayo de 2020

Sir Monte

Manos que hieden a hogar, a hierba
de entre tu cuerpo harto de fuego,
dispara la risa de una diosa
como la olla que gime la carne hecha.
Pende la voz del hilo de una prenda
desmigada por el amor recio,
el auge del sereno apunta a tu boca
embarrada por el río y su lengua. 
Silencio se escucha detrás de la hierba,
condenas y demonios en tus labios, 
tan tuyos como míos, 
erectos de palabra y media. 
Cómo se rinde el sol ante la luna llena, 
y no es de noche, sino cuando yo la digo, 
cuando ahora eres mi muro de lágrimas, 
a la vez que mi tambor de guerra. 
¡Ruge como los dioses, canturrea!
Te volverá el miedo por verme, 
amarás las líneas de mis manos, 
las mismas que te trajeron a esta senda. 
Mandarás como manda una estrella, 
que sin luz no hay universo, 
o como un abrazo de cinco puntas
que te aguarde con Sagitario a la espera. 
Y encima de cada montaña hay una vela
con la que siempre guiar al perdido;
perdido entre tus ansias,
amor profundo, ese, entre la alta hierba…

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España. 

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