La vida es como una araña:
teje la red perfecta,
espera la víctima, incauto inocente,
luego todo lo amaña.
Se la come, come con gana
lo que otros desean arrebatarle,
el descuido se convierte en hambre
y el hambre, en ansia.
Maestros del descuido humano, hablan
los que conocen de tretas,
reciben su nota por cómo ven
lo que otros anhelan ver: artimañas.
Ingente sea toda esa mafia
que ahorca a quienes merecen
el mejor trofeo del mundo,
y lo que obtienen es una injusta mirada.
Anhelos de poder sin honor ni nada,
socarronas sonrisas, ojos de reptil,
manos de blanco albañil
para teñir el negro de sus almas.
Sí, y el esfuerzo se paga
contra otros que lo destrozan
con distracción amante,
o una belleza barata.
Y cuando atisban ese furor, esa garra,
de robar el ingenio, el valor,
se dan cuenta del error
que es entrar en territorio de arañas.
© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.