miércoles, 5 de agosto de 2020

En manos del vigor

Por dentro el manjar
de las frutas prohibidas, 
que se deslice por la arena,
bulle entre tu seno al nadar.
Me consigno, haré firmar
la gloria en la belleza viva
o el escándalo de un conde
si mi mirada te hace desnudar.
Palabras y palabras para dar
como bestias desganadas en busca
del correcto ser, el hombre ingenio
que duela amarte o hacerte llorar. 
Palabras y más palabras se van
en cada beso que huya a ti, 
huyan de este mundo
por la avaricia que les das.
Y se hunden mis manos allá
donde cae el cielo y crece la ira,
allá donde ya no estoy
y estoy en tus deseos, lo sabrás.
Sabrás de la delicia del mar, 
conocerás la montaña de un dios, 
el origen del romance
entre una abeja y la flor letal.
En cada beso ya no habrá
un abrazo lleno de ternura,
sino un amor de monumento
de cien torres de ego imperial.
Y nos engancha más
como droga, veneno en barril,
genio de lámpara que a tu cuerpo
yo no puedo dejar de desear.
Igual que un rayo mortal, 
cada estampida resuene por los valles
y cada tormenta chille
si al besarte le robo toda su electricidad.
Sí, así sean las noches, ojalá;
así sean las guardias y velas
que de cada beso tuyo, 
mío sea el orgullo de un gran pilar.
Atrapada en mis brazos por el dorsal, 
así se hace el amor, 
y quien me conozca lo contrario, 
que me diga cómo he de conquistar.
Choque tras choque, transpirar;
no existe mejor música
que oír el toque de la guerra
en el piano de un profesional.
Daré honor a tu feminidad, 
pues de ahí es el amor:
el mayor vigor del hombre
que tanto ha de entregar.

© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

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