miércoles, 6 de marzo de 2019

Hermético

Las lágrimas son las ruinas del feliz,
la felicidad es la desgracia del envidioso,
el que envidia enjaula al exitoso,
éxito que pertenece a la vida de otros.
Mientras las nubes estiran mi sonrisa,
el eco de mi mirada engendra otra,
la que viene de mi alma hacia el mundo,
lleno de víboras en vez de humanos, nosotros.
Tan gélida emoción se esconde
en mi rostro de tez inaudible
al sonido de una mueca plácida;
un estado sempiterno de extremos polos.
Equidistante e inservible ante el tiempo,
mágico, además, haciéndole el amor
al origen de la vida, al cuidado del universo,
al estigma que nace de mil odios toscos.
Sin remedio en una sociedad sin amor,
no habrá medicina que los cure,
terminarán en mi semejante leyenda:
frescos, vestidos de Adán, y solos.

© 2019 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

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