La tinta es de los dioses,
el poeta es su instrumento,
una lira dulce o una guitarra roquera,
siempre emerge en el público la euforia.
De su pluma de ave fénix
las letras nacen en voz callada,
labios enhebrados por hilos de sentimientos,
el poeta teje su humilde memoria.
Las arrugas de su vejez, el papel,
en él calma sus emociones,
ruge sus inquietudes,
hace deseo su clamor de victoria.
Y tan solo queda en eso:
un ser solitario y acompañado,
el poeta es un alma en secreto,
la hache muda de la Historia.
© 2019 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.