sábado, 1 de septiembre de 2018

Ultravioleta

La carne se desvanece, no queda,
no pervive su influencia en los tiempos,
solo es un gesto simple de Dios
con el que saludar al alma que hospeda.
Ese rayo de esperanza que acceda
a lo más espectral del interior,
donde reside la fe, el amor;
donde no hay dolor en forma de moneda.
Aquí, en lo profundo, lo que suceda
quedará en lo oriundo de nuestra natura,
el beso del silencio, un destello impensable,
un supino hechizo en nuestros labios de seda.
Nuestro destino, como una rueda,
ha girado según la Ley, que en nosotros escrita,
en poemas infinitesimales, indestructibles,
de la vida que nos enreda.
Un sentido único, ardiente como sol de rosaleda,
traspasa los límites, convoca la magnanimidad,
olvida lo que es la piel, desagrada la sangre,
anida en gemelo espíritu: nuestra mágica arboleda.

© 2018 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

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