jueves, 16 de agosto de 2018

Enquijotado

Lancero ecuestre de valiente corazón,
de gigantes ibas a matar, y molinos eran,
que tan vergonzosa equivocación.

Esbelto paladín, sabio sin parangón,
con Dulcinea esperando a tus aventuras,
y tú huyéndola, en sola habitación.

Protector del inocente, lanza en condición,
ningún león te tema, pues son solo bestias,
bestias que firman miedo desde otra región.

"¡Sancho, agudiza tu visión!",
dices ante tamaño espectáculo:
un carruaje lleno de imaginación.

¡Esclavos, dragones y traición!,
abre ese libro de la magia,
verás en él a un rey sentado en su preocupación.

¡Dulcinea, dónde estás, en qué balcón!,
exclamaría él, caballero impaciente,
dispuesto a toda revolución.

© 2018 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

Me gusta

Compartir