Algarabía que sufre el campo,
huertos fértiles, castillo domador,
luna mágica, cántame algo,
mézclate en las dunas de un escritor.
Amiga en lecho blanco,
juega con el eclipse sanador,
herida que cura al santo,
sagrado ente del esplendor.
Las mañanas, un albo,
un joven se jacta con el tambor
tocando las campanadas del año;
las doce ya son.
¡Por fin!, gritamos cada agrario,
cada quien con su tractor
arando el trigo casto:
dulce de la pasión.
Mendigando por el trabajo,
cosechamos la traición,
uno de ellos era un mago;
fue nuestra perdición.
¡Al ladrón!, todos chillamos,
suerte tuvieron al cazarlo,
con manos de salsa y picón,
al mástil del granero lo ataron.
¡Discúlpate con el señor!,
todos rugieron al unísono canto
las églogas del centurión,
que al granjero hicieron crucificarlo.
© 2018 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.