El
Renacimiento mexicano debe su nombre al período comprendido entre 1910 a
1940, intervalo de tiempo procurado por época de revolución, guerra civil y
sacudidas en el país. El mecenazgo fue el impulso que necesitó México
para darse a conocer como integrante de su cultura propia que podía competir
con otras. Artistas como Diego Rivera o Frida Kahlo fueron los
mayores conocedores de la cultura mexicana que mejor supieron desenvolver.
Con
la revolución contra el gobernante Porfirio Díaz, se empezaba una guerra
interna donde el pueblo deseaba la libertad económica que necesitaba. Esta
revuelta, conocida como la Revolución mexicana, sucedió, después, en una
guerra civil. De tantas desgracias, sin embargo, y dentro de este intervalo de
tiempo, hubo un renacimiento de su cultura.
Los
avances de Diego, Frida y otros importantes artistas de esta
fatídica época lograron un simbolismo cultural tan amplio que México se
convirtió en su cuna propia del arte renacentista. Bajo el mandato del Estado,
estos artistas consideraron dar rienda suelta a esa patria revolucionaria, la
libertad de expresión de la época y la nueva paz mexicana. Artistas de otros
países, como Robert Capa, encontraron nuevos fundamentos artísticos en
esta cultura tan enervante, feliz y exótica.
Entre
las muchas obras de este período, destacan: Mujeres mayas (1926 –
Roberto Montenegro), Baile de Tehuantepec (1928 – Diego
Rivera) o un autorretrato de Frida Kahlo. Entre, además, tantas
obras de otros autores, esta cultura supuso una bonanza exquisita para México,
con el fin de fomentar su nuevo arte, patriótico y, sobre todo, exponente
grande de un país lleno de distintos tipos de maestría.
Esta
cultura se basó en recuperar la historia legítima de su pasado. Una de las
ideas a esto es el muralismo mexicano, que avivaba la idea nacionalista
de todo un conjunto de pueblos unidos por siempre. Era un destino con el que
revivir la Revolución, sin embargo, cortante para sueños más liberales de los
artistas. No obstante, era una identidad para el país, sacarlo de su opresión
para ser libre el pueblo tanto indígena como español. Por entonces, el arte ya
cobraba una figura más pública que privada, era mercantil a la vez que cultura
mundial.
Este
ejemplo de pinturas recolectaba de todo tipo, no solamente de revolución se
hable. Había desde escenas cotidianas a religiosas, una de estas últimas
famosas, aunque fuera de esta época: La Piedad, réplica que se
hizo en el siglo xviii por
influencia renacentista.
De
los llamados Tres Grandes (Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Siqueiros),
crearon una idea del arte totalmente única denominada fuerza universal,
la mejor forma de expresión del ser humano. También fue un arma en la
revolución, un estandarte con el que definir mejor la libertad que su cultura.
Aunque diferían en sus obras cada uno, los tres servían de influencia para la
nueva generación de artistas.
Frida Kahlo
no dejó atrás tampoco su pincel. Fue maravillosamente conocida por sus
autorretratos. Llegó a internacionalizar su trabajo: cruzó la frontera mexicana
con un talento innato que iba desde la libertad indígena hacia lo feminista.
Su vida giró en torno a la Casa Azul, hogar donde nació, y murió. Por
culpa de un accidente de autobús a sus dieciocho años de edad, fue la gracia
que la dotó del valor tan reverencial con el que dio a conocer muchas de sus
obras en su recuperación.
Hasta
estos días, estos legados de culturas definidas por épocas de revolución,
guerras y renovada cultura permitieron que México comunicara su vida artística
hacia todo el mundo, con el fin de atraer a otros artistas para inculcar el
futuro en los nuevos pinceles aprendices.
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2023 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.