A un techo y cuatro paredes,
muchos son los que lo llaman hogar,
también una mesa y un salón,
o el escritorio donde te sientes.
Hay más hogares en este mundo y sus mieles,
como el vivir en tu mujer, en su nido,
en las entrañas de su goce y amor,
y hasta en el rostro de Dios, y sus muertes.
Un hogar puede ser eso que sueñes,
la felicidad, la armonía, el silencio,
la paz y un gemido de tristeza,
o un rezo en la iglesia con sus fieles.
¿A qué llamar hogar? A un viernes,
un relleno de coco con fresa y chocolate,
un juego de niños, una muñeca,
al caminar por la Tierra y todos sus continentes.
Yo llamo hogar también a los albergues,
al mendigo, al paupérrimo, al destino,
a vivir por lo que buscas, lo que deseas,
solo con lo justo y suficientes.
¿Ricos? ¡Jamás! Sé libre a tus placeres,
llama hogar al principio, al origen, al futuro,
al pasado donde los recuerdos se renuevan;
llama hogar a las madres y sus vientres.
Pero yo llamo hogar a los poemas que siembres,
a las manos trabajadoras, al cielo, al corazón,
al amor y al alma, a mi doncella perfecta…
A la espera de ser un lema para ti, que me lees.
© 2018 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.