La época del Renacimiento es
sin duda la mejor para el arte, según diferentes opiniones de la gente. Basa su
recuerdo histórico en que maneja estilos tanto propios como de las mejores
escuelas de arte. En Italia se da el mayor esplendor de la escultura,
pintura y elementos
arquitectónicos con los que fascinar a quien los ve por primera o
millonésima vez.
El Renacimiento
marca el período desde el siglo
xv. Es un movimiento cultural surgido en Europa Occidental y
que permitió hacer la transición desde la Edad Media
hasta la Edad Moderna. Las bellas artes, las
ciencias, matemáticas y la naturaleza son algunos de los ejemplos fastuosos que
se pueden destacar de este movimiento. La renovación de la cultura
clásica es clave en este aspecto, ya que de ello se extraen las
proporciones “divinas” con las que crear las obras maestras que se conocen
hasta nuestros días, como el Hombre de Vitruvio,
de Leonardo da Vinci, que expresa la
estabilidad de su canon artístico de manera frontal.
Esta etapa de la
Historia hace referencia a un cambio radical con lo que se venía haciendo hasta ahora en la Edad Media: ocultismo y oscurantismo.
Era como ver llegar un rayo de luz, y este rayo quedara para siempre. Los
remaches del reino gótico empezaban a decaer
y permanecer como las ilusiones de los antiguos artistas y su fama. Italia dio
su centro como la cultura renacentista más conocida, concretamente en Florencia y Venecia,
estados dominados por el Papa de aquella época. En este intervalo del tiempo,
se dio el furor por la conquista del Imperio
Norteamericano con Cristóbal Colón
al mando, la vuelta al mundo de Magallanes o
la llegada de Hernán Cortés a tierras mexicas.
El estudio
profundo de la anatomía
humana, las proporciones y sus diferentes
formas distan de las clásicas que se hacían antiguamente. Ahora, cobraban una
nitidez exquisita, elegante y hasta erótica en algunos aspectos más llevados al
extremo puro del arte del desnudo, como el David
de Miguel Ángel, escultura que entalla al
David bíblico con músculos relajados. Las técnicas del claroscuro
cambiaba la perspectiva y el modelo de la obra a una más dinámica o estática,
según deseos del autor.
Buena parte de
este período también fue debido a los mecenas, personajes que ayudaban al avance y
promoción de verdaderos artistas que deseaban darse a conocer. La cultura era primordial en esa época como poder, y, sin ella, no había riqueza ni gozo. Esto
se veía en las burguesías y la aristocracia. Algunos destacados mecenas fueron los
Médicis, el rey de Nápoles,
Ludovico Sforza o los duques
de Milán.
Las obras estaban
tan estudiadas que parecían ser trabajos de los dioses, decían
algunos. Se conocía como la Divina Proporción,
estudio canónico que mantenía proporciones exactas de los cuerpos. Se podía
comprobar también la nueva arquitectura, como
el cambio del dórico al orden
toscano. Las cúpulas eran una
estructura muy empleada, así destacaba Roma como una “ciudad renovada”. El arco de medio punto, la bóveda
de cañón o las pilastras o pórticos distinguieron el Renacimiento como un
cambio total en cada urbe que quería mostrar magnificencia y poder.
El Quattrocento surgía como novedad para la visión de la naturaleza, base
también para el arte y su desarrollo a lo largo del 1.400 d.C. El Cinquecento agasajaba la cultura artística
como una investigación, más que un arte, con la que poder expresar la pasión en
todo su esplendor.
Del primero
destacaba la bóveda de cañón y cubiertas de madera
con casetones, además del protagonista: el arco de medio punto. Una referencia
con nervaduras incluidas en las cúpulas es la
catedral de Florencia, de Filippo Brunelleschi, arquitecto importante de este
período, así como Leon Battista Alberti,
autor de San Andrés de Mantua.
Por el Cinquecentto, se hace especial mención a las obras enormes que exponían
los proyectos de Miguel Ángel, como la basílica vaticana
que destacaría como una de sus mejores obras. Aquí va cogiendo ritmo el Manierismo, con estructuras más decoradas y
extravagantes.
En pintura, el arte por representar los cuerpos y las escenas mitológicas
son obras especiales de los clásicos. Aquí destaca el Nacimiento
de Venus, obra de Botticelli,
como “rebeldía” para el Dios que todo lo dominaba, mostrando así a más deidades
en sus formas más expuestas al mundo libre. La perspectiva de esta obra realza
más sus colores, así como la escena escogida en adoración de la divinidad
femenina. Los pintores que aquí realzaron fueron: Fra
Angélico, Masaccio o Leonardo da Vinci, de quien se postula más fama
debido a que era considerado un genio en todas las artes, además de que se le
reverencia el claroscuro, que demuestra la naturaleza cotidiana, como ejemplo
en su obra de la Última Cena. Por
consiguiente, Miguel Ángel es su “adlátere” más
cercano con sus frescos para la Capilla Sixtina,
donde el desnudo es un protagonista innato en cada figura que realizó.
En escultura, el relieve y las formas detalladas configuraban este otro
mundo como algo sobrenatural. La iconografía mitológica
estaba bien presente de igual manera, así como el material utilizado que se
recuperó de los clásicos: el bronce y mármol. Autores como Lorenzo
Ghiberti, con su Puerta del Paraíso,
o Donatello, autor de Condotiero
Gattamelata, fueron los más destacados, aparte de otros, que
dejaron atrás el gótico. Las posturas contorsionadas y la técnica del escorzo rebuscaban la perfección de la obra
para el público y su embelesamiento.
La creatividad en
esta época da para mucho de que hablar,
sobre todo más profundamente de obras tan logradas que parecían ser sacadas de
seres de otro mundo, en vez de artistas de nuestro preciado planeta.
©
2022 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.