La pintura es una de las artes más bellas del mundo porque con ella se puede expresar en una imagen, millones de palabras. Desde la Prehistoria, que fue cuna de la misma, hasta los días actuales el arte ha sido un elemento esencial en la Humanidad, su máxima expresión, comunicación y el sentimiento que emociona a quien contempla sus obras.
Tomó inicio desde la Edad de Piedra
hasta la Edad de los Metales (25.000 a.C. -
1.000 a.C.). Eran pinturas rupestres
consideradas únicas en el planeta Tierra porque representaban a los primeros hombres que aprendieron
a dibujar y pintar. El material
utilizado era de un rojo oxidado de hierros o
de la arcilla. Consideraban que sus dibujos tomaban la forma de “dioses” al
esquematizar formas animales que creían ser sus guardianes cotidianos.
Por la Era Antigua, Egipto era
probablemente el “mejor pintor” del mundo de su época, ya que desarrolló escritura en forma de imágenes (símbolos) con los que, aparte de enamorar la
vista, también utilizaban esta arte a modo de comunicación
en texto. Se inició a partir del 3.000 a.C. y pudo durar hasta la conquista de Alejandro Magno. En sus dibujos,
predominaba siempre el perfilado de los iconos, aparte de una jerarquía entre
unos y otros para facilitar el significado. Su simbología
era preferentemente religiosa y política.
En Grecia, el arte tomaba más un camino naturalista,
y la distancia entre lo desigual era tan amplia que casi rozaban a la perfección.
Aquí se empezó a formar el arte clásico (fuente
de: www.wikipedia.org), que se fomentaba más en la cerámica con tonos rojos, y
constaba de dioses o historia. Era un arte encantador y se expandía por todo su
período hasta extrapolarse hacia otras fronteras.
El arte medieval era puramente una esencia religiosa.
Se podía demostrar en sus textos bíblicos con imágenes que llegaban hasta lo más
profundo del alma (arte románico), pero para
provocar terror con la malignidad que podía engendrar obedecer al Diablo, y no a Dios
(arte gótico). Esto era excesivamente marcado
por el mundo clerical, que sentaba bases
tanto en escritura como en pintura el avasallamiento religioso, a la vez que
hermoso. Unos buenos ejemplos de estas dos artes son: Anunciación,
de la Iglesia de Sant Pere de Sorpe y El beso de Judas (1304-1306 d.C.,
fresco de la Capilla de los Scrovegni,
Padua).Tras la caída del Imperio Romano, Europa fue el punto álgido. Reinaba el feudo, las guerras abundantes, los saqueos y la expansión del cristianismo. Pero no todo era oscurantismo y enfermedad. En el Imperio bizantino, la denominación del oro en la
pintura era tan excelsa como suprema. Este tipo de colorido efectuaba en las
personas la necesidad de sentirse más alta de lo normal, emocionalmente: orgullo emperador. Lo podemos observar en el
Pantocrator (1080-1100 d.C.), de Dafni. La pintura de esta parte de la Historia
tomaba género paleocristiano y helénico, incluso otros, y sus figuras se
contemplaban con una técnica más perfeccionada de lo que era antes de entrar la
pintura al mundo humano.
El Renacimiento marcó una época maravillosa para el arte. Tal vez
considerada la mejor que pudo experimentar el ser humano. Se fundamentó en el
siglo xv
hasta el xviii.
Las experiencias descubridoras, la exploración y diferentes tipos de cambios
abundantes hicieron de esta arte la expresión perfecta para la pintura, aparte
de otras. Artistas como Leonardo Da Vinci,
famoso por La Gioconda (1503-1506 d.C.) y
genio indiscutible, fue quien introdujo el sfumato
(perspectiva aérea) con la que obtener en sus
obras una mayor calidad y nitidez. Con la entrada del Manierismo,
Miguel Ángel era el destacado, conocido también
por sus pinturas en la Capilla Sixtina. También
Tiziano, quien pintó Venus
de Urbino (1538 d.C.). Buscaban la naturaleza, la expresión propia y
el éxtasis de lo más llamativo de la vida, además de religioso. Las Meninas (1656 d.C.), de Diego
de Velázquez, es una de las obras que más importancia cobra en el Barroco. Se pasaba al naturalismo
y a lo claroscuro en las obras, aparte de
muchos otros estilos. Pero el Neoclasicismo
desenterró lo clásico con el que hacer monumentos pictóricos, como el Juramento de los Horacios (1784 d.C.), de Jacques-Louis David.
El arte contemporáneo ya
cobra un talante más romántico. La Revolución Industrial y grandes influencias
manejaban esta etapa con mano exigente. El arte moderno
nace de esta actividad por concluir una era antigua para empezar una nueva. Aquí
la espiritualidad gana un terreno especial
con el sentimiento profundo. Lo podemos observar en La
Libertad guiando al pueblo (1830 d.C.), de Eugène
Delacroix. Es un llamado al Realismo
que cita la imagen de una historia llevada a otro plano, con el fin de alcanzar
los puntos más sensibles del ser humano. Con la aclamación del Impresionismo, el arte
vanguardista cobró liderazgo. La naturaleza
era el canon perfecto con estilo ligero y tonos paisajísticos, como en la Impresión: sol naciente (1872-1873 d.C.), de Claude Monet. Variadas técnicas surgieron en esta época
con datos modernistas y simbólicos, incluido el surrealismo
y la abstracción, como el Guernica (1937), de Pablo
Picasso.
El arte ha logrado en el ser humano un amplio catálogo de
maravillas visuales hasta el punto álgido de ser una cima en su propia pirámide.
Desde la Antigüedad hasta los días actuales, aún se siguen desarrollando técnicas
asombrosas con las que encantar los ojos de quien quiere ser poseído, por las
mentes más brillantes.
© 2022 Elías Enrique Viqueira
Lasprilla (Eterno).
España.