El amor condiciona cualquiera realidad,
dicen los rumores del tremebundo callejón,
en las calles de Andrómeda, mi habitación,
aquellas personas que eluden la sobriedad.
Dicen del amor, ay, feto de la felicidad,
no hay casamiento sin una sencilla razón:
el beso pesa más que la lujuriosa pasión,
exime del anillo, iglesia; esos, casad.
¡Viva el amor! Gen de la gran sabiduría,
fetiche de la mortandad, de cinturón frágil,
imperio de humildes, de única corona.
¡Mírate desnudo! Sé el Adán que comía
de la manzana su amada, serpiente ágil,
vive en ella, mujer que todo lo perdona.
© 2023 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.