El destino es una puerta sin cerradura,
siempre abierta, excomulgada,
independiente, única y paralela a mi mundo;
estable en el tiempo como titán de la amargura.
Decide si soy magia con cordura,
un peligro en extinción,
o alguien que no tiene
la llave que cierre mi propia tortura.
Es esa puerta algo indiferente, promulga
la excusa para estar ahí de pie,
imponente, firme, cuando recito,
orgulloso, un poema para mi innata premura.
Bordeada de tal mujer, pobre finura,
corales de oro, si detrás de ti hubiera paraíso,
¿dónde está el paraíso del paraíso?
En tal caso, en mi mente una rotura.
Veo en el espejo ser de tal anchura,
pasto de grandes esperanzas,
que le reza a un dios tan humano,
soberbio pecador, así dice en Su Escritura.
Sé esa puerta, tótem de la injuria,
que si la vida es la silla de alguien,
¿dónde está ese ser que la ocupa?
Nadie hace vigilia para nuestra locura.
© 2021 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.