martes, 10 de julio de 2018

Protector

Como una fuerza universal me atravesara,
semejante al Equilibrio de Dios,
la meditación de un monje budista,
la sangre de la noche de un ninja,
el imperial poder de un paladín
o hasta en la piel de una naranja,
el más hermoso atardecer.
Esa exuberante fuerza que reluce mi ser,
que ni la espada más afilada puede atravesarme,
la pistola más amplia podrá destruirme
o el tanque de grandes lanzas intentará aplastarme.
Esa apoteósica fuerza que nace
en el momento más preciso de la unión
entre alma y corazón, hombre y mujer,
igual al estertor de la felicidad
disparada en forma de poemas a cañón.
Esa suprema fuerza que fluye al ver el peligro,
miedo a la luz negra, valor de fe,
destinada para guardar a lo que más se quiere
como si a mi espalda, llorando como un niño,
estuviera el universo abrazado a mí.
Mi universo, tú, en mis manos te sostengo,
como la sonrisa que me prestas cada día,
o la mirada inquieta de un gato
esperando a convertirse en tigre y pasión.
Esa fuerza, el frenesí de hacer el bien,
de custodiarte del azote de millones de peones;
esa fuerza que nace de mi origen
cuando tu corazón me pide amor entre lágrimas;
la que me das en textos sagrados,
escritos en letra de felices aguas.
Yo, con orgullo de cachorro de dragón,
que no te falte la luz de mi palabra,
ni mi alma: tu eterno protector.

© 2018 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

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