El ocaso de las hojas, árbol de mi vida,
cuán vino he tomado esta noche,
palabras que cantan historias;
historias que hablan de su partida.
Qué miserable fue mi voz temida,
no poder dar un beso a mi soledad,
dejar que mi sombra me escriba
el redacto último que mi muerte decida.
Qué hombre execrable de alma desaparecida
malvive a su mujer entre coplas y alejandros,
cuando hay más voz en un buen verso,
fuese llamado amor, llámese ahora herida.
© 2023 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.