El
arte alemán renacentista gira entorno al siglo xv en adelante. No fue muy definido como
algo innovador, sino que trató de mejorar aquellas áreas en las que podía
equipararse a sus compatriotas, artistas de otros países con los que poder
competir. Fue una motivación de la Reforma protestante el iniciar un
proyecto de estas alturas con signos tanto clásicos como pinceladas
modernistas.
Uno
de los destacados artistas del Renacimiento alemán fue la famosa figura
de Alberto Durero, cuya trayectoria en este período lo llevaron por los
fenómenos naturales. Una de sus obras fue La liebre, detallado
dibujo con el estilo animal que le merece su perfección. Esta clase de artes
ayudaba al Humanismo como una de las bases poderosas de esta época, así
como ser parte de una modernidad impuesta tan temprano. Su trabajo maravilló a
mucha Europa y recalcó que lo medieval era una mano par con la del
Renacimiento. Este artista fue signo de mucha envidia al igual que modelo a
seguir por tantos ejemplares maestros que pusieron sus ojos en él. De esta
manera, se creó una nueva influencia para la época. Durero, además, inculcó el
denominado idealismo de raigambre italiana.
Pero
no por ser único no había más artistas. Lucas Cranach El Viejo, quien
procedía de la Reforma protestante, era un pintor consagrado y
considerado por antonomasia; o Hans Holbein El Joven, quien tuvo su obra
radicada en Inglaterra, pero no por ello dejaba de ser arte alemán.
En
este tipo de categoría artística se denotaba también el patetismo alemán
con expresiones que parecían sacadas fuera de este mundo. Un autor destacado de
este elemento fue Grünewald, por su obra Retablo de Isenheim,
que retrataba una crucifixión con luces donde las heridas eran lo más
llamativo.
Sin
embargo, las líneas y las larguras de algunas pinturas, como la Ninfa de
la fuente, obra de Lucas Cranach, no eran los típicos modelos a seguir
por los de Italia, sino más bien ligados al gótico oscuro. El erotismo
no era el diligente al de excitar, sino al de ver, mostrar y capacitar un arte
digno de la excelsitud alemana.
El
modelismo de la escultura todavía continuaba arraigado al gótico.
Sin embargo, y por muchos años hasta próximo siglo, el arte renacentista se
hacía hueco fuertemente. Destacaba en esta especialidad Peter Vischer,
autor de las Tumbas imperiales de Innsbruck y de la Tumba de San
Sebaldo de Núremberg. No obstante, el flamenco era una grandiosa forma de
trabajar también estilos nuevos, técnicas de esculpir y formas más naturales.
La
arquitectura cobraba la idea de ser primogénita por la Capilla Fugger
en la Iglesia de Santa Ana, de la misma familia Fugger. El proyecto se
centraba en caracterizar al mecenazgo reinal con el que rendir cuentas
de la importancia de sus estructuras, imponentes edificios de los que resaltar
su imperio. El prestigio era una idea, pero llevarlo a cabo, era poder. De
forma que, gracias a esto, se expandió el castillo de Heidelberg. No
obstante, el gótico seguiría siendo un baluarte casi imbatible para muchas
gentes.
Las
fusiones de estilos entre gótico y renacentismo alemán eran de tal calibre que
no se lograba una visión lógica. De esta manera, surgieron artistas que
destacaron por todos lados. El realismo y gran detalle de algunas obras
procuraban afamar al público con maravillas sacadas de la nada.
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2023 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.