Fue el silencio de la noche,
ente de muda voz,
el que meció mi manta,
en desvelo yo,
para crear un beso que canta
la angustia de quien no lo oye.
Es ese mismo bosque,
hecho de granos de azúcar y arroz,
al que le echan algo de nata;
ahora más dulce en pos
de ser mejor raíz y fama
para ese mundo que le dieron de pobre.
Ahora más de pobre,
entiendo el silencio de esta voz,
arrebatada de cicatrices y de palabras,
que no quiere pronunciar por amor
el nombre de tan gran amada,
para este corazón olvidado en la noche.
© 2021 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.