¿Pueden las hojas contar historias
de amor, de aventuras, de lágrimas
y de imperios indomables
con héroes en busca de sus señoras?
¿Puede un bosquejo que ahorra
mil dibujos ser el mapa
de la llegada de Venus?,
(dicha por el hombre la Mujer Amapola).
Ella puede ser mi otra cosa,
el misterio de tanto poema,
el mundo a mis pies,
recuerdo inmaculado en mi memoria.
Qué pudiera ser un aroma
cuando cae por tu espalda;
quizá mi masaje íntimo,
tal vez mi corazón que te adora.
Qué pudiera ser la misma flora
cuando cae por tu busto;
tal vez mis labios,
quizá el aceite de una diosa.
Y de las entrañas que me azotan
no explico mi reconcome
de este silencio que danza
mi abrazo que tanto te añora.
Y de mis nervios se torna
un enano a gigante cuando te veo,
entonces piedra me convierto,
escultura eterna, poderosa.
Tu alma me apoya,
ella es ese vehículo sin conductor,
la musa de mis sueños,
la tierra que quiero sin normas.
Puede el viento contar ahora
lo que mi corazón necesita,
ese roce de las montañas
cuando contra mi ser chocas.
Pide el cielo al sin boca
una palabra tan pequeña
que ni en el universo cabe,
y a Dios le queda gorda.
Ni tan siquiera una rosa
guarda tantas letras,
solo perfume, pétalos
y el frenesí de sangre por Roma.
¿Puede un beso ser una gaviota?,
confinada en una nube,
vuela como el rayo,
duerme en tu alma, mi alcoba.
Así es el Amor, la gloria,
ahí te lleva junto a ella,
no te suelta, te piensa;
así es el amor: un aroma.
© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.