A veces deseo amarte, sentirte liberada;
otras, deseo desearte con avaricia
como si dos bestias no pudieran
sostener el peso de sus jaulas.
Te pienso, me piensas y somos nada,
dos entes presos de este mundo
con el corazón en boca del amor,
y el puño puesto en el alma.
Deseo hacerte sonreír, escuchar tu carcajada,
saber que estás ahí donde cabe
un niño entre tus brazos
y el aroma de mi voz en tu almohada.
Deseo codiciarte, vestida, desnuda, llorada,
feliz, mansa, iracunda, seria, gentil…
Y lo que más deseo es estar contigo,
juntos, contenidos en el secreto de nuestra llama.
© 2020 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.