Véase bien este mar de rocas
que por asomar canas de alfiler
en esta cabeza hueca,
hay solo furia en su boca.
Insulta su humildad, y no valora
el sarcasmo de un elefante,
ese que grita por un ratón
cuando el queso lo lleva en la trompa.
¡Fuego, rabia y moscas!
Así está el muro que me devora
como tren de mercancía oxidada;
tantos años encima,
y con un corazón lleno de gloria.
© 2019 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.