Ese dulce aroma que azota el viento,
la sed que adolece la ira,
esa cosa que es tan placentera
a la que llamamos amor, cierto.
A veces como arrullo perfecto,
otras, como el azote de una hormiga,
el sigilo de un lobo
que desliza su garra a través del silencio.
¿A qué huele el amor? A cielo,
al mismísimo Edén cuando el cuerpo muere
y el alma fuera agua, saliva del cosmos,
terminara en manos del ser más bello.
Así atraca un barco en el muelle del Infierno,
mismo beso para un moribundo,
mismo destino para una flor marchita;
así es el amor de un muerto.
Y cuando florece del más profundo riachuelo,
es como la magna fuerza de un coloso,
todo lo puede, nada lo impone;
sí, así es el amor de un hombre sin tiempo.
© 2019 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.
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