El murmullo de los ocres pájaros y granizada,
de entre los escollos de esos sonidos
de las plantas moverse, bosques tímidos,
empieza a nacer el emblema de mi amada.
Quién te viera ahí sentada
con un libro en tus manos,
los poemas de Antonio Machado
o el Quijote y su obra tan ilustrada.
Con tus pies a la vista, descansada,
sandalias de flores, vestido negro
de talante boscoso y jersey rosa abierto,
a la lectura sin distracción vas entregada.
Por un momento, la vida mitigada;
un ruido desvirtuó la maestría
que de tan hermoso paisaje y poesía
podrías privar al del mundo con tu calma tan templada.
Piel de sol radiante, sol de anaranjada,
y cabellos como el atardecer ancestral,
magia de un Atlante, fenómeno paranormal,
hasta por tus orejas reluce el vino de esa larga alborada.
Uñas color conocimiento, y tu mirada,
ese espécimen de otro mundo
que sobre el mío me tiraniza, desnudo,
me hace tuyo, mi eterna enamorada.
Y cuando de pronto la asciendes divinizada,
ahí, es en ese instante que te haces leyenda,
una letra aún sin su pluma dueña,
y tu sonrisa se vuelve mi felicidad personificada.
© 2019 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.