sábado, 30 de diciembre de 2017

Poema

AMIGA LUNA, TE CUENTO UN SECRETO

La luna, ese manto blanco
que cubre el cielo de estrellas
y luego sonríe
con una creciente boca abierta.
Me gusta olerte,
oler el perfume de tus uñas
cuando te rascas las esencias
y disfrutas de nuestra felicidad
con el aroma de la vida,
la Vida Eterna.
Besar tus bostezos,
abrazar tus ronquidos,
saborear tus legañas,
son detalles que no dejo a la ligera
porque son míos,
son nuestros tesoros
como yo te santifico a ti
preñándote en un trono para tus pies,
y un palacio para tu melena mañanera,
esa que suavemente acaricias
cuando nos transformamos en engreídos románticos,
esa que con mi furioso amor, siempre despeinas.
Mi romanticismo,
cuando te mantienes petrificada
como si fueras Medusa, quieta,
lo moldeas con sonrisas furtivas
hasta convertirlo en lujuria perfecta,
te me haces de rogar,
y luego yo peco de sicalípticos poemas.
Amor que tanto no sé amarte,
me encantaría rugirlo ante tu presencia,
que la Tierra nos envidie
cuando lo chille como el primer colono que gritó:
“¡Dios bendiga América!”.
Mis poemas, hundidos en tus cuar-tetas,
no podrán procurar historias
con sus bocas nutridas de ti
ilusionados como Romeo y Julieta,
embellecidos al igual que las esculturas de los Antiguos,
esas de Grecia,
o también tan entregados como Cervantes a su Quijote,
una obra maestra,
o el hombre a la mujer,
Adán y Eva.
A veces la elegancia no es siempre quedar bien,
sino soltar toda la despensa,
sin arcanos, tapujos, rodeos
ni tampoco frases hechas,
y así se conquista más
aunque no se crea,
sutil y deseoso,
delicado y apasionado,
todo en un equilibrio,
en ese que tanto me enseñas.
Así es la vida:
yo soy tu arma,
y tú, mi mejor defensa.
Con esto te digo
que eres pura envidia,
envidia de todas esas
que hierven de pasión descontrolada
al escribir todo esto, atrevido,
que tú y solo tú, eres mi dueña.
Contengo tu mirada,
veo en ella mi orgullo,
lo poco que tengo de poeta,
de humilde soberbio
y de impaciente amado que siempre te desespera.
Pero he ahí el verdadero amor,
el de almas gemelas,
que mientras mi nariz huela a tu imperio,
mi lengua conserve tu sabor
y mis ojos, tus ojos,
yo habré alcanzado lo que siente Dios
cuando sé que me amas día a día,
con todas las letras.
Así que, amiga luna,
me guardas este secreto,
desea a mi amada felices fiestas
y, aunque estés a vista desnuda de todos,
quiero que mi todo, se lo des, por favor, a ella.

© 2017 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

miércoles, 27 de diciembre de 2017

Poema

SIEMPRE ESTARÉ ENFERMO DE TI

No lluevas por mi amor.
Doctor, me duele,
me duele mucho el corazón.
Si me pudiera operar,
operarme los secretos de esta canción
hecha poema para ella,
para la dueña de mi interior.
Tengo migraña,
azotes de irritación
cuando mis neuronas trabajan
en hacerla feliz, por todo el universo exterior.
No hacen falta palabras complejas
para definir lo que es la pasión,
si me estoy muriendo ahora mismo
por causa de este romántico dolor.
Extírpeme los órganos,
se lo ruego, doctor,
pues sin ellos seré una vasija sagrada
para contener a mi soberana, por favor.
Seré su templo, un palacio de oro,
un mundo nuevo y un panteón
para su refugio, para su perfume,
ese dulce olor
que siempre desprende
cuando su placer eterno me ruge el nombre de Dios.
Doctor, necesito no ser curado,
pues la única enfermedad tan venenosa y sin redención
que no necesita las dotes de santos falsos,
es el amor.

© 2017 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

domingo, 24 de diciembre de 2017

Mi diario de Navidad

DIARIO DE AVENTURAS CON PAPÁ CLAUS:

-Día 1:
Señor Papá Claus, ¿por qué quiere suicidarse cada Navidad tirándose por la chimenea? Deje de intentarlo. ¿No ve que no resulta? ¡Y no me queme los regalitos!

-Día 2:
Por cierto, le estoy siguiendo y me he perdidito. Traiga a uno de sus renos para que me rescate. Ah, y quiero que me regale lo que usted ya sabe, eso que es inmaterial. Y déjese de zampar dulces, que de una Navidad a otra le va a explotar el chirimbolo y no podrá volar en el trineo especial.

-Día 4:
Bueno, uno de sus duendecillos me miró mal y le di un rapapolvo, espero que eso no conste en nuestro acuerdo de dar y recibir regalitos. Mis disculpas al duende.

-Día 5:
Otra cosa, quiero ir con usted en ese trineo sospechoso. ¡Lléveme, lléveme, jolines! Espero que no nos tachen de OVNI y nos metan en sus áreas secretas de investigaciones alienígenas.

-Día 8:
Tuve un pequeño percance con uno de sus renos: me jaló de los gallumbos y me dolió mucho. O domestica bien a sus mascotitas, o voy a tener que tomar medidas serias contra usted.

-Día 14:
Le había dicho un día que su trineo llevaba mucho peso. Ahora tenemos pocos días para repararlo. Déjese de dar tanto materialismo y ocúpese de las cosas verdaderas, que los niños luego al crecer se vuelven... Bueno, mejor no digo más.

-Día 20:
Señor Santa Noel, ¿por qué no me hace caso? Su panderito se ha quedado atascado en la chimenea. ¡Olvide ya suicidarse y deme a mí los regalitos! Que yo los entrego por la puerta trasera disfrazado de cartero. Y si me preguntan quién soy, les diré: "soy el heredero de Santa. Me llamo Hijo Noel".

-Día 23:
Espero que mañana lleguemos a tiempo a todas las casitas. ¿Cómo se puede entregar tanto regalito en menos de seis horas nocturnas? Debe usted tener, señor Papá Claus, un óxido nitroso en su trineo porque estoy altamente sorprendido. Bueno, no se olvide de nuestro acuerdo: mi regalo especial unido a usted ya sabe quién.

-Día 24:
Ya se acerca la noche... ¡¡¡QUIERO MI REGALO YA!!!

P.D.: Feliz Novedad... Perdón, Navidad.

miércoles, 20 de diciembre de 2017

Poema

OJOS DE LA ETERNIDAD

Ahí te veo, por mi vida,
en los confines de las estelas
del universo que nos rodea,
nos da alegría.
El océano se retracta con rima
de sus masajes a la arena,
el fuego ya no baila candela
y el rayo divide cielo y desidia.
Tus ojos viven en otro mundo, desvestida,
desnuda de tus penas,
conquistando los labios de Dios en la Última Cena,
y huyes del tiempo, perdida.
En órbita ya no están tus ojos que se olvidan
en otra paz, doncella morena,
otro rumbo escogen para verte como Helena,
la de Troya, viviendo en mis Elíseos, renacida.
Ciega de amor, ahí está mi amada nutrida,
nutrida de mi elegancia paterna,
de mi verdadero poema,
ese que dice: "ven a mi vida".
Y tu alma repugna tu piel nativa,
tu espíritu reza en una tumba con mi vena,
la de una sangre santa, la nuestra,
la que nos acuna en una felicidad fuera de esta tierra altiva.
Al fin, te matizas en reliquia secreta,
en mi mujer sagrada, la de todas las maestras,
en mi hogar y cofre del tesoro, en joya perfecta;
te haces mi eternidad: la tan ansiada espera.

© 2017 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

domingo, 17 de diciembre de 2017

Poema

EL MUNDO PERDIDO

Me doy cuenta a temprana edad
que soy un ser ilógico,
entrado en otra realidad,
turbado con misticismo alcohólico,
lleno de soledad.
Los viajes por las calles, yo, tan filosófico,
y no veo nada más que humanos en triste felicidad,
andando con sus ojos electrónicos,
perdidos en este mundo, solo para mí, qué mal verdad.
Zombis, los llaman, a esos afónicos,
afónicos de vida, no saben pensar,
han olvidado su mente, atónitos,
cuando en sus manos y consumismo sin cesar
tienen el todo en la nada: vacío arqueológico.
Esos yacimientos son los que yo busco sin parar,
donde los retazos de los hombres lógicos
quedan aún en esta actual humanidad,
abandonada, por culpa de su origen tecnológico.
Y uno se pregunta por esta simiente floral
extremadamente fuera del universo biológico:
¿adónde ha ido la humanidad?
Lluevo destinos criptológicos.
Mi querida Tierra ha perdido a sus hijos, descansen en paz,
y solo sabe gemir sollozos agónicos
por verlos de nuevo en su seno y bienestar;
tu dolor lo padezco yo, mi Tierra, mundo atestado de negocios.
Nunca me había sentido tan solo, ¡mirad!,
pero al pensar en ella, mi mujer que me vuelve loco,
todo desaparece, y más...
Y siento necesitarte en mi árbol genealógico,
en mi corazón de poeta aún con letras sin bordar,
y ya no me siento solo,
pues estoy donde más me veo sin sangrar,
me siento ente cósmico,
y soy ella, mujer mía, en su magia, en toda su imperiosidad.
Me siento yo: su amor todopoderoso.

© 2017 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

miércoles, 13 de diciembre de 2017

Poema

EL TIEMPO Y YO

A veces soy el agua que viaja
por el espacio y el tiempo,
a veces soy el cometa que diviniza esas tinajas
de las que bebe Dios: mis rezos.
Me veo pintado en un cuadro sin alma,
que luego le grita a Munch: “ya soy viejo”.
Horrorizado en el universo que ya me cansa,
despierto a los brazos de ella, mi amada de fuego,
que me cuenta su amor en forma de arca,
en forma de “hola” y besos…
Continúo mi esperanza
latente en su corazón eterno,
en ella y toda su magia;
su felicidad es mi amor perfecto.

© 2017 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

domingo, 10 de diciembre de 2017

Poema

UN POCO DE MÍ

Hola, me llamo Pale.
Ya, ya sé que es de risa
pero no será para tanto aunque extrañe.
Érase un vez...
Menudo rollo eso de los cuentos y sus cantes
que no saben cómo empezar
y siempre así lo hacen.
Bueno, yo comenzaré por mis gustos,
y espero que no os amarguen.
Me gusta mucho el dulce,
lo que es la nata y el chocolate,
sobre todo cuando se baña en ella...
En ella: la mujer que tanto me ame.
Sin ir más allá,
soy un ser al que no le gustan los mandamases,
porque me ponen de los nervios,
¡y nadie me toca los jornales!
Perdón por esa furia,
es que me se sale de los pares,
y la impaciencia me puede
cuando mi alma dice entre santas paces:
"¡jovencito, permanezca en calma
o le haré picadillo con una muerte como una obra de arte!".
Pero en fin, hablaba de mi mujer y de mí,
cuando se viste de aguacate,
¡carámbanos!,
mis sueños enseguida se convierten en imponentes verdades.
Mis cuadernos están llenos de ella,
de su codicia de mis gestos y alardes,
a veces de mis orgullos
que tanto me se huyen de mis dentales
cuando con afilados colmillos,
hinco dientes a algunos envidiosos y cobardes.
Hablando de sus manos,
¡ah, Santa María de los aquelarres!,
blasfemo juro por un beso
de sus labios tan especiales.
De ellos me enamoré un día
cuando me hechicé de su imagen;
fue un segundo mágico
con ojos de paz enamorándome.
Los maestros que luego le escribían
(mis manos, ellas son esos grandes)
la envolvían en una danza perfecta,
en un huracán de agua con remaches
de fuego y algo de hielo,
algo de hielo por mi parte,
que por tontos de mis muchos cerebros
no me aventuraba a sus tantas consonantes,
guerras de pasión
y goces de asonantes.
¡Si hasta nos rimábamos en todo!
Qué belleza de femeninas ciudades,
que en ellas me apalanqué,
me desnudé con toda gracia y andares,
me fijé en sus misceláneas y atlántidas,
en esas que de sus ojos salen.
Me hundía en sus vísceras románticas,
en las que me cantaba con sus voces de sirenáicos mares,
que por invención de palabras
para que rimen estas vocales,
uno ha de ser creativo para su doncella,
sino, ¡castañazo en la cabeza con un tomate!
Eso me tirará mi dueña
si algún día no logro enamorarle
los sentidos con los que me encadena
hasta en sus veinte dedos con los que me case.
Dios me dijo una vez:
"Pecador inocente, ten cuidado con lo que haces,
porque si la amas,
ella será la mujer con la que siempre soñaste".
¡Y tanta razón poseía, oh, Gran Amigo!,
que todos los días, amor mío, tengo ganas de eternizarte,
y en cada uno de tus dedos y besos,
contigo siempre, siempre, me despose para amarte.
Y a todo esto, si lees este poema,
lance de amor, herencia sísmicamente hecha trance
o las profecías de un joven místico,
que sepas tú, dama de mi propia sangre,
que algún día te diré a los labios:
"Hola. Soy la felicidad que siempre buscaste".
Y por fa, si creías que el poema terminaba así,
¿eso pensaste?,
lo quiero continuar solo unos versos más
para secar esos tus diluvios universales.
Ala, ya estás lista y tranquila, ahora sí,
para decirte de mi corazón tan potizante:
"Amor mío, no tengas miedo de nada.
Yo soy la luz por la que siempre rezaste".

© 2017 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

miércoles, 6 de diciembre de 2017

Poema

HE NACIDO

Con el vientre hecho magia,
con su mano en el mártir
de una madre consumada,
con esos dedos de la verdad,
del misterio en uñas ensalzadas
masajeando el Origen,
la Vida en su causa,
y luego el milagro:
una patada.
"¡Ahí viene!",
gritó una desesperada
cuando atisbó una divinidad
bajar del cielo de las santas
para caer a la Tierra:
este planeta será su mayor nana.
¿Y la cuna?
Los brazos de su amada.
Con un chillido desgarrador
dio a luz la fuerza encantada,
el parto como campo vasto
con miles de animales en su vía láctea.
El sol, energía pura,
era toda mi España
vigilante a esta espera
de que Dios cante: "¡ya nazca!".
Cuando ella ya lo tenía a su merced,
él ya lloraba,
cegado por lo desconocido
y silenciado por la sonrisa de su madre exhausta.
"¡Hijo mío!".
Ese exclamo de ella, mi cuidadora hecha savia,
la madre de mis poemas,
la hija de mi saga,
ese exclamo de ella
dio naturaleza a mis palabras
y a este poema
para mi alma gemela: mi Eva poetizada.

© 2017 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

sábado, 2 de diciembre de 2017

Poema

COBARDE COMO UNA GALLINA

Bendita sea mi granja.
Patos, vacas, toros y cochinos,
éstos últimos, ¡qué guarros!,
cerdos como los vecinos.
Amor de granja.
Qué bonito
es vivir con estos salvajes,
con estos chicos,
obedientes y cebados hasta explotar,
¡mis animales queridos!
Eh, ¿y mi gallina?
¡Jovencita, a ti te grito!,
¿has visto a la de los huevos de oro?
¡Allí está la señora de los pollitos!
Ven aquí, ven que te quiero...
¡Te quiero y te quiero, repito!
No me hagas correr
que no estoy para estos ritmos.
Ando entrado en edad
con mocos de anciano tullido,
y como te lance mi bastón,
¡tus huevos por fin serán míos!
¡Aparta, puerco!
Éste, que se metió en medio de mi camino,
tuve que darle un buen puntapié...
¡Uno bueno en su trasero de porcino!
Esa gallina me está volviendo loco
a mis amigos, que sean bienvenidos,
a ésos del horizonte:
¡los conejos se comen mi cosecha, malditos!
Por culpa de esa gallinácea
¡las canas son mi veredicto!
¡Atrás, vaca,
que esa gallina irá derecha al pucherito!
Te voy a atrapar...
¡Ay, mi pandero adora el suelo donde dormito!
Qué dolor y qué odio a ese pollo,
me las pagará cuando levante mi puño al Gran Erudito.
¡Ven aquí, gallinácea,
que cuando no hay olla con cebollinos
ni pavo para esta Navidad,
te aseguro que habrá gallina en el festín descrito!
Uno con olor a ti,
uno con sabor a amor bendito.
¡Gallina, vuelve aquí
o probarás mi ira de cascarrabias enfurecido!
Y a todo esto,
mi señora me ha oído.
"¡Deja de chillar, loco patán,
que no dejas dormir a los niños!".
Freno en seco mis pasos
y se me escapa un alarido.
¡Ay de mí!
Por perseguir a una gallina despavorido,
por culpa de ella,
de miedo me quedé en mi sitio.
"Sí, señora mía.
Lo que usted mande, será mi delito".
Cual borracho deseando a esa gallina,
al final entré en casa, regañado y con un buen castigo.

© 2017 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

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